Después de la visita al Museo de Arte Contemporáneo Mohamed VI, me voy hacia el centro, a cinco minutos, para encontrarme con un escritor español que vive en Kenitra, y que hoy me ha propuesto que comamos juntos antes de irnos a una charla-coloquio en un local cultural de la capital. Me espera en la Cafetería Renaissance, en pleno centro de Rabat, encima de los cines , en una primera planta a la que subo andando, y en la que inmediatamente me siento como en una película de los años 50.
Se sube por unas escaleras dobles, a un local de ambiente europeo , colonial , decadente y encantador. Y allí está Alberto Mrteh, sentado en una mesa pequeña, dando la espalda a una enorme ventana acristalada, provocando un efecto de contraluz, que me deslumbra y me impide verle , hasta que estoy casi encima de su mesa. El está escribiendo unas notas, me dice que está traduciendo un libro, y que tiene muchos frentes abiertos, que por éso ha venido antes para aprovechar el hueco para trabajar en el libro entre el horario del tren y la hora de nuestra cita.
No nos vamos a quedar, me cuenta que tiene previsto que vayamos a comer cerca de donde va a tener lugar el coloquio. Como yo no conozco la ciudad, me dejo asesorar y le sigo, no sin antes echar un vistazo a la Cafetería , sobre la que veo un escenario montado para tocar un grupo de música. Me comenta Alberto que es un lugar especial en el que se organizan conciertos y que es muy agradable el ambiente que se crea. Un lugar para tener en cuenta si regreso, mirando calendarios y posibilidades, muy interesante.
Vamos a comer a un restaurante muy típico, decorado como si se
tratara de una jaima, encantador lugar y una atención inmejorable, un
tagine de carne con ciruelas de ésos que no se olvidan y una ensalada
que no podemos terminarnos. Yo, como con las manos, ya no puedo hacerlo
con cubiertos en Marruecos, imposible, como con la mano derecha, que es
como me sabe mejor todo, y dejo el plato y los cubiertos a parte para
que se los lleven.
Sin reposar la comida, nos fuimos a
la sede de una asociación Tilila, en la que se ponía en marcha un club
de lectura justo con el libro que hace poco tiempo había leído de Fátima
Mernissi: "El Profeta y las mujeres. El Harén Político". El coloquio fue
complicado para mí, recogí un 10% de lo que allí se debatió durante dos
horas entre personas de diferentes edades y posiciones sociales,
interesantísima experiencia , pensaba, inmersa sin saber muy bien cómo,
en el mundo asociativo algo "background" de Marruecos. Allí pude hacer
algunos contactos sobre lo que yo buscaba, tarde fructífera y llena de
recuerdos ahora que lo estoy escribiendo, desde la lluvia del día, la
búsqueda del lugar y la sorpresa al ver carteles de la CNT en las
paredes de este local social gestionado, según pude imaginar, por un
grupo de jóvenes muy alternativos, que en Mallorca, pocas personas
tienen en el imaginario acerca de la juventud marroquí.
Me quedo
de aquel lugar con la foto de grupo, para poder transmitir la idea de
lo que fue esta sesión, y , todo ello, casi sin entender lo que se
habló, que fue mucho, muy intenso, y, sobre todo, con un perfecto
respeto por entender y explicar, respetando turnos de palabra, la
escucha y la profundidad de la lectura. Me sorprendió el análisis que
son capaces de hacer jóvenes de unos 20 años sobre el Corán y de
diferenciar lo que es Islam como religión . Yo no conozco algo similar
respecto al análisis de la Biblia Católica fuera de los entornos
religiosos.
Como colofón, no puedo dejar de mencionar la
entrañable presencia de una espontánea que daría para un relato entero
por su manera de entrar y de intervenir. Entró a la hora de haber
iniciado el debate, disculpándose mientras atravesaba el círculo formado
por las personas asistentes, interrumpiendo lo que en aquel momento se
estaba debatiendo, para, en serio pero cómicamente, pedir un resumen de
lo hablado hasta el momento. Era una mujer de unos sesenta años, vestida
con ropa de joven estudiante universitaria estilo generación del '68,
con un turbante amarillo a conjunto con su jersey del mismo color. Un
personaje de lo más curioso, que fue la única en interrumpir y no
respetar el turno de palabra, andándose por las ramas, como si hubiese
venido a dar su charla, aprovechando un local en el que sabía que
tendría audiencia. Al finalizar, haciendo gala de la insaciable
curiosidad marroquí, se acercó a mi, en francés, lengua que puedo
comprender si me hablan despacio, disparando a bocajarro una
conversación que empezó por el color de mi jersey y mi pañuelo, y
continuó sin saber hacia qué tema porque no pude entender nada más, sin poder recordarle que me tenía que hablar despacio. Yo la miraba
con cara de "no entiendo nada" pero pareció no importarle y ella siguió
su relato, que es en realidad lo que había venido a hacer: hablar de lo
suyo. Afortunadamente, Alberto tuvo la ocurrencia de rescatarme para ir
a echar un vistazo a la biblioteca de la asociación en la que puedes
donar o comprar también , libros políticos, sobre todo. Me acerqué con
curiosidad, a ver la estantería de la sección dedicada a Feminismos, con
, por supuesto, varios libros de Fátima Mernissi y otras activistas
árabes. Y allí me topé con uno de los asistentes a la charla, un
psiquiatra que había conocido a Fátima Mernisi y que se interesó por mi
trabajo con mujeres marroquíes en Mallorca. Él estaba tratando de
ultimar la presentación de la Asociación Fatima Mernisi, una entidad que
trata de visibilizar y trabajar para el empoderamiento de mujeres en
zonas recónditas de Marruecos, en este caso, en el Atlas. Nos pasamos
direcciones y quedamos en que nos mantendríamos en contacto. Interesante
hallazgo, pensé yo, voy avanzando en mis propósitos de conocer
asociaciones que intervengan con mujeres en zonas deprimidas. Aunque
puede parecer que en la era de Internet todo está a nuestro alcance, me
voy dando cuenta que aquí, como en Mallorca, de lo que se trata es de ir
haciendo contactos, darte a conocer, explicar tus propósistos de
aprender sobre el lugar, e, inmediatamente, se te van abriendo las
puertas con más facilidad. Poco a poco, voy tejiendo una red que me va
ayudando a configurarme una idea de lo que es el tejido asociativo en
Marruecos.
Tras este intercambio de datos con este
profesional, nos damos cuenta de que somos prácticamente los últimos en
salir del local, los jóvenes que lo gestionan han recogido todo y están
en la puerta para salir. Somos los últimos, hemos conseguido ser más
curiosos que los propios marroquies. Al despedirme, les pregunto si van a
colgar las fotos en su página de Facebook. Me interesa compartir la
experiencia, como decía , porque no está en el imaginario mallorquín que
existan grupos alternativos en Marruecos.
Continuando
con mis andanzas, fuimos Alberto y yo, caminando refugiándonos de la
lluvia de regreso al centro de la ciudad, sorteando lagunas formadas por
el aguacero, en las avenidas de Rabat, en busca del "cuartel general"
en el que se reúnen habitualmente mi amigo Hassane y su comité
asociativo.
Llueve en Rabat. Es enero, hace frío. Y mi amigo Hassane nos espera en la terraza de su café del centro de la ciudad.
Querida Laura,
ResponEliminafue un placer pasar el día contigo, esquivando los charcos y buscando la asociación como si estuviéramos participando en una gymkana.
Casi me había olvidado de aquella mujer que entró como Pedro por su casa. Fue una visita de los más interesante.
Espero que se repita muy pronto.
Un abrazo.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)