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divendres, 9 d’agost del 2019

El momento del baño.

No hay imágenes de aquellos instantes, excepto las que nos quedaron grabadas en la memoria, de manera nítida, acompañadas por la emoción que se siente al ser consciente de estar en el lugar oportuno en el momento oportuno y sin haberlo planificado. En un mundo de teléfonos y cámaras digitales, de cada vez más, perdemos el goce de la espontaneidad, de la percepción con todos los sentidos, del disfrute inocente del aquí y ahora, cuando ante nuestros ojos se presentan situaciones insólitas en nuestros mundos.
La que voy a describir, es una imagen cotidiana, en la vida de ellos, algo habitual, natural, algo a lo que tal vez no dan importancia, ni saben la gran belleza que generan en apenas media hora de estar reunidos entorno al agua del pozo.
Ellos, los pastores nómadas del desierto, se acercan antes de la puesta de sol al pozo que queda en medio de la hammada, de la vasta extensión reseca y pedregosa del desierto de M'hamid El Ghizlane, para dar de beber a su ganado, y para lavarse antes de llegar al poblado.
Son las seis de la tarde, el sol está ya cayendo, es el mes de marzo, y el calor en esta parte marroquí  del desierto del Sahara, da una tregua al atardecer. Es hora de acercarse al cuello del pozo, alrededor del cual se suceden llamativas imágenes, que no por su cotidianeidad dejan de ser un reflejo de la sencillez de la belleza.
Es todo un ritual, la primera parte del cual comprende extraer agua con un cubo hecho de neumáticos viejos,  para llenar sus depósitos, acarreados por los dromedarios que hombres y niños pastorean. Son garrafas reutilizadas de plástico, que atan a los lados de la joroba del animal, envases de colores diversos, amarillos, blancos, azules, rojos, ámbar, negros, que deben guardar como tesoros, porque con ellas llevan el líquido preciado al poblado de haimas, establecido en medio de la hammada, a unos quilómetros del pozo. La segunda parte del ritual es dar de beber a los animales, llenando los abrevaderos construidos junto al hoyo, con cemento o adobe precario. Son unas pequeñas construcciones alargadas, de apenas medio metro de alto y un metro de largo, por dos palmos de ancho, que con unos cuantos cubos de agua, quedan llenos para dar de beber al rebaño. Los dromedarios tienen la gran fortaleza de aguantar horas sin beber, sin embargo, es un espectáculo ver cómo sorben el agua que se les pone al alcance. Esta parte del ritual es muy importante, de hecho, nos comenta nuestro amigo Ismail, que es una norma del desierto llenar estos abrevaderos cuando alguien pasa cerca de ellos, para dar de beber a los animales, sean ganado o no: zorros, gatos, dromedarios, beben de esta agua, nos cuenta este amigo.
Y ahora, llega la parte más interesante del ritual, desde el punto de vista humano, que es el momento en que los hombres se sacan el turbante y la túnica, para lavarse por partes, el cabello, la cara, las manos, los brazos, las piernas,  los pies. Se ayudan entre ellos, como aguadores, dejando caer el agua lentamente sobre las cabezas, para aclarar el jabón que cuidadosamente aprovechan unos y otros. Todo es escaso en el desierto, todo debe ser transportado a pie por los nómadas, aunque lo porteen los animales, por lo que no cabe el derroche, todo se aprovecha, todo se cuida, todo se considera un bien precioso. El agua es un tesoro y así lo demuestra el uso que hacen de ella estos hombres, con un arte y una destreza que hacen del momento del aseo un auténtico espectáculo del que no me he podido olvidar y que me gustaría volver a contemplar.
Y así me quedo, disfrutando de este espectáculo cotidiano, mientras ellos actúan totalmente ajenos a mi mirada, sin saber que despiertan en mi una profunda admiración, a la vez que veo la ternura en sus gestos de apoyo, también presentes entre hombres, unidos por la dureza y la adversidad del medio.
Un privilegio que no me atreví a fotografiar por la intimidad que afloraba en cada gesto.

7 comentaris:

  1. He encontrado deliciosa esta visita al pozo. No me extraña que decidieras vivirlo con intensidad y no hacer ninguna foto. Es la manera ideal para disfrutar de la vida.
    Es un placer leerte, pero no consigo suscribirme y lamento perderme tus nuevas entradas. ¿Puedes ayudarme?
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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  2. Gracias, Alberto, por leerme. La verdad, no sé cómo se hace para seguir el blog, soy fatal en ello, aunque lo cierto es que no debe ser fácil porque nadie me sigue! lo único que se me ocurre es enviarte un correo cuando publico un post. Un abrazo!

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    1. Le he dado al botoncito de seguir. ¡A ver si me avisa en la próxima entrada!
      Un abrazo.

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  3. Hola Laura, me llamo Miguel Feria
    Si me permites me gustaría "seguir" los relatos que publicas en tu blog, al que he llegado a través del Zoco del escriba
    Por cierto, para hacerme "seguidor" he tenido que registrarme en Blogger

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    1. Hola Miguel,
      me alegro de que el El zoco que te haya llevado hasta aquí.
      Un abrazo.

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  4. Hola, Miguel,
    Qué ilusión que hayas llegado a mi blog por El Zoco de ALberto, ! Y sí, veo que es un poco "rollo" esto de hacerse seguidor, por eso os valoro mucho a mis seguidores! Espero que te gusten mis devaneos. Un saludo!

    P.D. Alberto Mrteh,te debo una!

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