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divendres, 28 de desembre del 2018

Ellas han venido de otro mundo.



Me di cuenta aquel día : tomábamos cada mañana el mismo tren, muy temprano, antes de la salida del sol. La vi de espaldas, yo estaba en la cola para pasar por el control de salida,
y ella, más adelante, nos ofrecía un tierno espectáculo con su bebé de pocos meses, dormida, acurrucadita, con su cabecita apoyada sobre el regazo. Todavía no sé si quedé enamorada primero de la escena primitivamente maternal, o de la belleza del conjunto, o de la intensa emoción  que despertó en mi,  o de su porte extremadamente elegante, femenino , sensual, inusual, exótico, como de otro mundo.

Sin saber cómo, mirándola, me trasladé al que imaginé podía ser su entorno habitual, en África , no sé si Senegal, Nigeria,  Ghana, Níger o Costa del Marfil, cualquier país de Africa Negra. Sentí una potente atracción hacia su imagen, no podía quitar mis ojos de ella. Era belleza negra en su estado más puro, sin adornos para embellecerse excepto unos aros dorados como pendientes, que le daban un aire de cierto descaro, de presunción, de poderío, de presencia de mujer. Era, como las estatuillas que venden los chicos senegaleses en los mercadillos semanales, siluetas perfectas de mujeres envueltas  en sus trajes de tela tallada en la madera, con el gesto de aguantar un recipiente sobre la cabeza, hecho que ensalza el exotismo de la figura.

No sabía con certeza su procedencia,  todo eran suposiciones, por su piel negra, su esbeltez, su manera de vestir, por su  pantalón vaquero desgastado , por su  camiseta de tirantes, que dejaban al descubierto unos hombros perfectamente formados, elegantes, fibrosos, negros, jóvenes, por su pañuelo rojo envolviendo su pelo extremadamente rizado. Era la imagen que yo tenía de una mujer de la sabana africana, delgada, de extremidades largas y musculosas,estilizada, femenina sin pretenderlo, sensual y armoniosa por naturaleza.

La estaba dibujando en mi mente en aquella misma postura, de espaldas,  con el bebé apoyado en un costado sobre su cadera, abrazándola tiernamente con su brazo izquierdo, mientras con el derecho, en lugar de pasar el billete por el control de salida, iba  caminando zimbreante, erguida, con un recipiente con agua sobre su cabeza, por esos interminables senderos que recorren mujeres y niños en el continente vecino para ir a buscar el líquido más preciado.

Durante meses, cada mañana, ella, sigue deleitándonos a los pasajeros del tren con su inusual estilo, su distinguida elegancia, su atención maternal, con su bebé negrita, a quien amamanta cada mañana, en un gesto entre nosotros, ya nada habitual. Ellas dos se muestran unidas como si la naturaleza las envolviera, cuando se funden en una sola figura, bebé y madre unidas por la boquita infantil succionando el pecho de su madre, por el cuerpecito integrado en el regazo como si de una "madonna" se tratara,  como si vinieran de otro mundo, de esos mundos que ahora han llegado al nuestro, que atraviesan desiertos, montañas y ríos, mares y mareas, caminos interminables,  para quedarse inevitablemente entre nosotros y ofrecernos imágenes tan bellas como la de ellas dos. 

dimecres, 26 de desembre del 2018

Instants a l'hivern


Hi ha  dels matins de l'hivern on la llum del sol  feble, tèbia, ilumina els racons del meu paradís particular. El sol passa tímidament cap al migdia, per damut de les teulades de la casa, i per uns instants, tenyeix de colors vius el pati posterior de la casa, un lloc on els renous , els sons , les converses, els moviments, són part de la vida quotidiana: els infants de les cases veinades juguen amb troncs, aigua, terra i pedres; els veïns, un matí de diumenge, agraeixen la pau d'aquest silenci mentrestant les campanes marquen suaument les hores, els aucells es comuniquen des dels arbres dels nostres corrals, les abelles vibren entre les poques flors que adornen en aquets mesos els jardins propers, el vent mou les fulles perennes dels nisprers i tarongers,ara colorits pels fruits madurs.


Tot, amb una senzillesa que m'encisa, que me descansa, que em fa tocar terra, regal de la vida que m'ha duit fins aqui.
Asseguda al pati, m'imagin com fou la vida aquí generacions enrera on les dones i els infants, en aquesta època de l'any, sortien a la serra a collir oliva, on els homes, treballaven a la mina, arriscant vida i salut tot per alimentar a la família.


I,  ara, jo, puc gaudir el luxe de seure al pati, un lloc que temps enrera ja era el tresor de la casa, era el lloc on es criava el porc que alimentaria a la família la resta de l'any, on les gallines convivien amb conills, i, si hi havia possibles, un indiot per Nadal.
Em ressonen les converses de les dones majors, quan, a les vesprades de l'estiu, recorden amb poca enyorança, aquells temps en que les tasques es menjaven les seves infàncies, quan les olives es recollien a les ombrívoles i fredes marjades de la serra, quan les matances eren tasca i festa, on es treballava pensant en el proper i dur hivern, en que l'escola podia ser un luxe només per qui tenia el rebost cobert. 

Sovint, m'assec aquí i contemplo les quatre parets que m'envolten, quan l'amorosa calidesa del sol m'acarona la pell i em permet contemplar amb admiració i gratitud aquets senzills instants plaenters que la vida em regala cada dia a casa meva.


dimecres, 19 de desembre del 2018

A propósito de Laura.

Cuando regreso a casa por la tarde, en invierno, al anochecer, me cruzo a menudo con personas que aprovechan los últimos rayos de sol para salir a entrenar, practicar su deporte favorito, gozando de la preciosa luz que nos ofrecen estos momentos, en un entorno que puedo imaginar tan tranquilo y bello como El Campillo, el pueblo donde Laura Luelmo se encontró con la muerte. 

Veo a hombres que corren solos,  a mujeres que salen solas, con su equipo , grupos de corredores y corredoras que se motivan entre ellos, parejas, .... y me quedo siempre mirándolas a ellas, pensando que van solas, que son carne de cañón, que corren riesgo.... Lo comento en el pueblo, donde apenas somos trescientas personas, y me dicen que aquí no pasa nada, que esto es seguro, que no sea malpensada, que qué va a pasar.

Y contesto, que no me gusta pensarlo, pero que mi experiencia es que el peligro está, que no debemos bajar la guardia, que me jode mucho pensar así, pero que cada día, en mi trabajo, me cuentan historias tremendas de violencia sobre nosotras, las mujeres, a manos de hombres que "nadie lo diría, parece un tipo normal". Claro que me gustaría no ver el peligro, sería fantástico salir seguras, sin miedo. Pero la realidad nos manda otros mensajes: si eres mujer y vas sola, corres peligrosamente.

Cuando tenía 13 años, en verano, mientras mis padres tenían que trabajar en el negocio familiar, yo iba a nadar y a entrenar a un polideportivo situado en un polígono industrial. Un autobús me dejaba enfrente y me recogía después también cuando, a las siete de la tarde, cerraban la piscina y en el polígono no quedaba un alma. Bien advertida por mis padres, no me salía jamás de la ruta.

Un día, perdí el autobús, y me puse a caminar hasta la carretera cercana, donde había unos bloques de viviendas y pasaba otro autobús más tarde. Intranquila, al poco tiempo, me di cuenta de que un coche, un Seat, modelo 850 amarillo pálido, iba despacio y parecía que buscaba aparcar. 

Se detuvo junto a mi, en la parada del autobús, aparcó, y se quedó enfrente de mi, mirándome, el conductor fijamente, un tipo moreno, con barba y gafas, pelo algo largo, camisa de manga corta y pantalón de tergal, que rozaba la tela con la mano de manera sospechosa, a la altura de su sexo. 

Mi corazón se disparó, lo sentía palpitar en mi boca, me quedé en shock, no podía ni correr, ni gritar, ni reaccionar. El tipo se sacó el pene por la bragueta y empezó a masturbarse sin dejar de mirarme. Recuerdo la escena y aún me palpita el corazón, recuerdo su cara, su barba, su lengua rozándose los labios, su mano subiendo y bajando, su miembro erecto entre sus dedos, .... 

Y nadie a quien pedir ayuda, nadie a quien señalarle para que lo vieran y lo detuvieran, ningún teléfono cerca, todas las naves cerradas, nadie circulando por la carretera. De repente, me vi corriendo por las calles del polígono hacia ninguna parte, el coche me siguió... o decidió irse... yo, como quien le lleva el diablo, sollozando, como por arte de magia, encontré una nave abierta, pintaban un yate sobre unos andamios, vi unos hombres, no podía hablar, lloraba desconsolada, me dijeron que me sentara, me dieron agua, me preguntaron qué me pasaba, salieron a ver lo que yo señalaba, no había nadie, y yo lloraba sin parar, las piernas me temblaban, sentía que el corazón me ahogaba....

Los operarios  fueron muy amables conmigo, me tranquilizaron , me pidieron el teléfono de casa para que me fueran a recoger..... y les pedí que por favor, no lo hicieran, que no quería que mis padres supieran lo que había pasado, temía que me prohibieran volver al polideportivo, donde tantas horas pasaba nadando y riendo con mis amigos, donde podía entrenar como atleta en un sitio seguro, "por favor, no digan nada, llévenme a casa y haré ver que no ha pasado nada". Accedieron y me llevaron a casa de mi abuela, quien , al verme, me leyó la cara de miedo y me preguntó si alguien me había hecho algo. Le dije que había discutido con una amiga, y que no tenía ganas de contar. No me creyó, pero me dejó estar callada. Me preguntó días más tarde, qué había pasado.

No le pude contar, no pude, porque el miedo se tragaba mis palabras. El hombre barbudo del coche, era el novio de la vecina de enfrente de mi portal, el del mismo rellano, a menos de diez metros de mi casa, entraba, todas las tardes después, imaginé, de salir de trabajar del polígono. El novio de mi vecina , por el mismo portal que yo, subía la misma escalera sin luz que yo, y cenaba en la casa que toda mi vida de adolescente tuve enfrente de mi. 

Era , decían mis padres, un tipo normal.

diumenge, 16 de desembre del 2018

Perversión, deseo, amor...

Cuando se vio frente a la  sonrisa de él, sintió que algo se movía en su bajo vientre, entre sus piernas, como si ya lo hubiera notado antes. Salió a relucir con una simple mueca, una media sonrisa que escondía sorpresa, ante eso que ella, tan inútilmente, había tratado de no sentir, de esconder. Había empezado a conocerse a sí misma, trataba de estar atenta a lo que su cuerpo le decía, era el que señalizaba las emociones, ése, justo ese cuerpo que tanto tiempo trató de callar, porque le avergonzaba, emitiendo señales que ella identificaba con el secreto, con lo que no se debe hacer, con lo que no se debe saber, con lo que no se puede contar, con lo que no tenía permiso para sentir.. 

Fue, como si de repente, le viera con ojos distintos de los que lo pudo ver la primera vez. Sabía que no valía evitar, que era evidente, que era posible, que aquello que él le había propuesto por teléfono de manera segura, descarada y atrevida, que tan duramente había rechazado, podía pasar... Esta vez , pensaba, no quería arrepentirse de lo que no se atrevería, en todo caso, prefería pedir perdón a pedir permiso, estaba segura de lo que hacía, había conseguido traspasar la barrera del miedo. 

La química se mostraba abiertamente mediante el acercamiento entre ella y él, se percibía desde fuera el interés por contarse, por acercarse, por reírse, por mirarse a los ojos, dando a entender que entre ambos surgió un libidinoso deseo. Esta vez, a diferencia de las anteriores, se trataba de asumir con tranquilidad, dejar fluir y suceder todo aquello que podía ser. Sin forzar, sólo permitiendo que pasara.

Le invadió, de repente, una energía que sólo recordaba en la adolescencia, la que le provocaba reírse sin motivo y sin poder parar, de manera nerviosa, cruzando bromas, miradas, que daban a entender que el deseo carnal estaba presente en ella,  en su cuerpo, en sus sentidos.

Aun así, su coraza, su carcasa, no estaba del todo deshecha. Era, creía recordar, la misma que la protegía desde que tenía conciencia de su atracción por el sexo opuesto, por los hombres, en plena efervescencia adolescente. Era algo que tenía que disimular, no podía mostrar interés, era algo que "nunca", se decía a sí misma, "me voy a permitir que se note". Mostrar interés por alguno de sus amigos era algo absolutamente pecaminoso, había tenido que jugar a esconder el deseo, por miedo a enfrentar su propia perversión. Un temor que, aún en aquel momento de su madurez, le perseguía. Temía quedarse a solas con él, porque sabía que el encuentro íntimo era inevitable, ella sería incapaz de dejarse sentir, al tiempo que sabía que no podría decirle que no, aun cuando su cuerpo se separara de su mente,  de sus sensaciones y dejara de respirar para no poder obtener placer. 

Aquellos momentos de la tierna infancia, en los que él la llamaba para provocarse placer, para que  ella, menuda y paralizada, simplemente, lo presenciara, para que su mera presencia fuera motivo de éxtasis,  aquellos momentos,  se daba cuenta ahora, le crearon una patológica adicción. Eran instantes eternos, durante los cuales  ella se sentía especial, "flashes" de la memoria que quedaron en el fondo de su ser, frenándola para desarrollarse, para brillar como ser único, como un ser más. Eran los momentos en los que su cuerpo le regalaba señales placenteras, combinadas, con la adrenalina que  genera hacer algo excitante a escondidas, unido a un sentimiento de culpa, manifestado corporalmente con un nudo en la garganta, el rubor y la parálisis casi estática de sus piernas, la respiración contenida y la mirada perdida para no encontrarse consigo misma, buscando auxilio para salir de donde en realidad, no quería estar.

Muchos años después, algunos novios después, sucesivos encuentros íntimos sin placer y demasiados coitos sin éxtasis, pudo identificar ésa desconexión emocional y corporal,  con el verdadero deseo. Pudo darse cuenta de que su mente se desconectaba rápidamente del mismo, cualquiera, por simple que fuera,: del deseo de bailar desenfrenadamente al escuchar música, de cantar en voz alta, de abrazar estrechamente a sus amigas, de besar locamente a quien le apetecía, de escribir sus pasiones, de entrarle al hombre de sus sueños, de entregarse al placer sexual, de brillar en lo que le hacía sentír sublime, de gozar la vida, de sentirse viva,  para no entrar en la culpa, en la vergüenza y en el miedo. Su cuerpo conservaba la memoria del miedo, se paralizaba de manera automática, primero desde la  cintura hasta los pies, clavándoselos en la tierra, para después dar señales a la sinrazón y que inventara excusas para dejar de sentir. Darse placer, seguir sus anhelos, cumplirlos, era luchar contra el miedo, contra la culpa, contra la tristeza, contra las ideas perversas que su mente, desde niña,  había ido consolidando con los años. El placer para ella era algo perverso, era pensar que se apoderaba del otro, de la otra, de las cosas, que las usaba para su propio disfrute.

Un día, cercano a aquel en que él se bajó del coche con la mirada clavada en la de ella, entendió que ése miedo era proyección, que  se había acostumbrado a dar placer esperando amor, reclamando aquello que yo no era capaz de darse. Se prometió ternura para sí misma , se amó, por primera vez en mucho tiempo, y sintió por unos instantes, que amar es un regalo, que amar  sin anhelo, que tratarse con amor es en sí mismo, una expresión de generosidad. Y fue así como dejó por un momento su coraza y se entregó al amor sin freno, al éxtasis descontrolado que tantas veces había parado por miedo a despertarse culpable de haber amado.


dimarts, 27 de novembre del 2018

Dime de quién hablo....(los guías del desierto)

Erg Chegaga, las dunas de M'hamid
Aziz tenía diez años, cuando empezó a pasear turistas montados en camellos por los alrededores de su poblado. Él  es el mayor de los seis hijos de Abdelkader y Fadma. Nació en las dunas de M'hamid  El Guizlane, en un poblado nómada, en un lugar de Marruecos fronterizo con el desierto, cerca de la frontera con Argelia.
M'hamid el Guizlane, o Taragalte según su topónimo Amazigh original, es un pueblo pequeño, con su kashba casi subterránea, de calles estrechas, con casas hechas de adobe, unidas entre sí por el techo, para que no entre el sol abrasador en las callejuelas, en los ardientes meses del largo verano. El pueblo es tan pequeño, que todos se conocen o son familia, "demasiado pequeño", me comentaba Aziz  "porque siempre alguien descubre lo que quieres hacer a escondidas".
Camino al poblado nómada
Fue un niño listo, muy listo, avispado, como eran los chicos de su edad en aquel lugar donde , durante su infancia, el contacto con el resto del país se reducía a una televisión y una o dos líneas de teléfono en todo el pueblo, y al paso de algunas caravanas de vehículos que se adentraban en las dunas para vivir una aventura.
Apenas aprendió a leer y escribir en los pocos meses que fue a la escuela. Tenía poca paciencia, prestaba más atención a los camellos, los pastores y los jeeps que pasaban de vez en cuando que a las lecciones en la pequeña haima habilitada en el oasis, un lugar seco y árido, con algunos tamarindos y acacias,  junto a un pozo que proporcionaba agua a la tribu nómada. Aziz soñaba con conducir uno de esos jeeps, hacer carreras por las dunas con sus amigos, perderse en el horizonte entre la arena y respirar libertad al adentrarse en el medio que le dio la vida, el mágico y silencioso desierto del Sahara.
Su padre, Abdelkader o  Abdel, se dedicaba a cuidar camellos que servían para transportar mercancías entre núcleos habitados por nómadas, o , para pasear turistas ávidos de sensaciones exóticas, aventureras , o místicas incluso.
Fadma, su madre, además de cuidar de las cuatro hermanas y un hermanito de Aziz, hacer pan, lavar ropa, cocinar y atender a la abuela de Aziz, salía a vender un día a la semana al zoco de mujeres para vender o intercambiar con otros mercaderes, los camellitos de lana y algunas artesanías más para complementar la escasa economía familiar. Atravesaba la agreste y pedregosa hamada hasta alcanzar andando siempre con alguno de sus hijos a la espalda, para llegar antes de que el calor abrasara, y no regresaba hasta la tarde, por el mismo motivo: evitar los implacables rayos de sol que se reflejan en la arena, cegando la vista durante el día.
Los días pasaban despacio para todas las gentes de Taragalte. El ritmo de actividad lo marcaban las estaciones del año, los rallies de vehículos "trotadunas" que pasaban de vez en cuando , los festivales de música en primavera y en otoño, y , cómo no, la llamada a la oración desde la mezquita. Era en este momento en el que se respiraba una absoluta quietud, la actividad del pueblo se detenía por unos instantes.
Se escuchaba al almuédano o muecín,  cantando el "Al-Dhan", mientras  los hombres cesaban su actividad y acudían a la mezquita para orar una de las cinco veces que se producía la llamada. La de la tarde, al ponerse el sol, era una de las más conmovedoras, por la quietud del lugar, la luz crepuscular reflejada sobre las fachadas de las casas de adobe, que tomaban un color dorado, brillante, deslumbrante, incluso. El polvo que movía el viento cuando cambia la temperatura, los niños jugando en la calle aprovechando el descenso de la temperatura, podían conferir al pueblo un aspecto de desolación incluso, sin embargo, era paz lo que se respiraba, o calma, una absoluta calma.
Todos estos momentos, evocaban los pueblos del lejano oeste, donde nada pasaba, donde las horas no transcurrían, donde a lo lejos sólo se veía arena, dunas, y más arena, donde no se escuchaban más que las voces humanas y el cacareo de las gallinas que convivían con sus habitantes.
Cada año aumentaba ligeramente el número de visitantes de todas partes del mundo: ingleses, franceses, americanos, españoles.... y Aziz, avispado él y con ganas de comerse el mundo, fue aprendiendo, a su manera  y sin método, diferentes idiomas. Empezó por aprender los saludos, después los números: primero en inglés, después en francés, alemán, español.... se trataba de aprovechar al máximo a la gente que pasaba por allí, no desperdiciar ninguna ocasión de adentrarse con ellos en el desierto, guiarles, ganar unos dirhams y tratar de ahorrar para conseguir su sueño: un jeep que le permitiera ganarse la vida en su casa, en la hamada, en el Erg, enmedio de la nada.
Y así fue como empezó su negocio, a medida que el país iba mejorando en comunicaciones, se instalaron más líneas telefónicas, creció el número de campings e instalaciones hoteleras, campamentos en las dunas, todo ello acelerado por el acceso a internet y a darse a conocer por todo el mundo. Así fue como nació su empresa familiar, y pudo empezar a mantener a sus hermanas para que pudieran ir a la escuela, aprender a leer y escribir y estudiar en Zagora para orgullo de su hermano y de sus padres.
Un campamento en Erg Chegaga
Mientras, Aziz fue ampliando su negocio, creando un camping en el desierto con el que , además de llevar a turistas a vivir una experiencia insólita, proporcionaba bienestar a su familia y  a la de los nómadas que fueron a trabajar con él manteniendo el campamento, cocinando entre dunas y paseando en dromedario a extranjeros que buscaban experiencias "auténticas".
El ambiente que se crea en este lugar del mundo es conocido entre los grupos de viajeros y sobre todo de viajeras por la leyenda, o por la propia experiencia, del hechizo que provoca el desierto, y las pasiones que se desatan en las dunas entre guías y visitantes femeninas, no importa procedencia o edad... Forma parte del viaje para unas, y parte de la vida para otros. Si no, pregúntenle a Aziz, o a Mohamed, o a Yassin, o a Hassan, o a Ismail, o a Youness.....

dimecres, 21 de novembre del 2018

La memoria del miedo.

El cruce de frases, acontecimientos, y las circunstancias en las que se produjo aquella situación, formaron un cóctel instantáneo, una reacción química, cercana a la ya vivida en otros momentos.

Recordaba la imagen como un fogonazo. Ella mostró su malestar ante unas palabras que vivió como ofensivas, trató de decir basta, lo dijo varias veces. La situación se había vuelto demasiado incómoda para ella, no sabía cómo había podido llegar hasta allí. Ya lo había vivido antes, durante una larga etapa que, si bien empezó con amor, al final le costó lágrimas, dolor, insomnios, desánimo, desazón, tristeza.

Se propuso salir de ahí, al principio casi sin fuerzas, pero con firmeza.  Se dijo a sí misma que no volvería a pasar por el mismo túnel, tenía todas las alertas en marcha para que, si algún día eso pasaba, se dispararan como una alarma de incendios, y la avisaran de que allí había posibilidad de asfixiarse, de quemarse.

De pronto, un fogonazo ante un cóctel explosivo, como un relámpago en una tormenta perfecta, la hizo saltar hacia atrás, para quedarse en un segundo plano, contemplando la imagen y escuchando aquellas palabras como si de una voz en off se tratara. Era como si le hubieran quitado un antifaz después de permanecer a oscuras durante semanas.

No podía recordar los detalles, ni la cara de su interlocutor, ni la gente alrededor, sólo la reacción química que aquel cóctel había producido dentro de su cuerpo. Fue la emoción traducida en neurotransmisores lo que la hizo reaccionar.

Afortunadamente, durante sus sesiones de terapia para salir de la oscuridad, había tenido la ocasión de tomar consciencia del funcionamiento de su cuerpo. Sabía qué órganos se ponían en alerta, en movimiento, en tensión según la emoción que le provocaban ciertas situaciones. Una sensación de parálisis en las piernas primero. Era la memoria del miedo, el que  identificaba ahora con facilidad, tras una larga lucha por salir del shock, aquél que le producían palabras, para ella, agresivas. Aquellas que vivió siendo niña, adolescente, mujer después. Inmediatamente, atravesando el miedo, sentía, automáticamente, sin poder evitarlo, como si un resorte lo provocara, un pinchazo en el pecho, el estómago encogido, un nudo en la garganta que le impedía articular palabras congruentes, inteligibles, coherentes, acordes con el momento, con la emoción.  Era, ya lo sabía,  el preámbulo de la tristeza, de la profunda congoja, aquella que únicamente  te pueden provocar  las personas a las que quieres, cuando no te tratan como sientes que mereces.

No podía volver a pasar por ello con la intensidad de años atrás, no tenía fuerzas. O, tal vez las tenía, pero no quería  malgastarlas en soportar y luchar contra ello, debía buscar la puerta de salida, rápidamente,  cerrar la puerta cortafuegos,  la que le protegería de aquellos instantes que habían desencadenado la tormenta perfecta, la reacción química corrosiva, tóxica, hiriente.

Saltó hacia atrás, salió de ahí y gritó, con todas sus fuerzas hacia adentro: ¡Basta!

Entonces, la calma, la serenidad, la satisfacción de saberse a salvo, generaron el antídoto emocional al miedo.


diumenge, 18 de novembre del 2018

Amor a primera vista.

Traspassar aquella porta fou per a mi una immersió en un altre món, tan distint i tan proper al meu.
Es tal el continu anar i venir de persones a ca teva , que gairebé sempre la trob oberta, porta empesa, guardant la intimitat, deixant una encletxa per tal que el món alrededor es filtri com ho fan les retxes de sol per la finestra.

La sensació d'arribar a casa, treure'm la roba del damunt, i les capes que em protegeixen de l'exterior. Perquè amb tu, amb vosaltres, no calen proteccions. Una senzilla mirada als ulls , tu dins els meus, jo dins dels teus, i la completa nuesa, queda al descobert. La sensació que la primera vegada que ens mirarem era la que feia vint, o cent, enèssima creuada de mirades entre germanes que es senten còmplices per un passat comú, un passat del que no és necessari que diguem una paraula perquè tu i jo sabem quin és.

Record aquell primer dia, aquell dia en que els teus ulls cridaven als meus, i em vaig quedar enganxada a una conversa sense paraules. Erem dues dones, una davant l'altre, com dues imatges d'un mirall, simètriques, en dimensions distintes, que es reflecteixen una amb l'altre, una dins de l'altre, i així, infinites vegades, que es repliquen iguals, des de fora cap a dins, profundament, fins a l'ànima.

Des de llevors, les converses entre tu i jo sorgeixen espontàneament, m'interessa tot de tu, si ets tu qui m'ho conta. Tu i jo hem viscut en temps paralels, a dimensions distintes, com ens reflexa el mirall, un cop ens hem tret les capes que ens han protegit del món.

I me contes, la duresa de la partida, la duresa de l'arribada. Quan tu i jo no ens enteniem, quan el món al teu voltant gairebé no existia, quan les teves filles eren la finestra al món, quan ansiaves contar com et senties.

I així, tu i jo ens varem connectar: tu amb les teves ganes de compartir. Jo amb les meves ganes de saber de tu, volia posar paraules al que els teus ulls me contaven.

I així hem arribat, a un moment de les nostres vides en que formam part de la mateixa història, que la teva i la meva comencen i continuen allà mateix. Però això ho sé ara que tu i jo hem decidit que som família, no sabem des de quan , però,  ambdues ho sabem.



El feix.

Barrunta el meu interior,
sense motiu aparent,
amb el motiu latent,
el mateix motiu,
el sempre present,
el que brolla de l'inconscient
el que fent-se conscient, m'incomoda.
Perquè el dolor és inherent,
el patiment, inevitable,
necessari, per seguir creixent,
per seguir endavant,
tot i mirant enrera,
contemplant d'on venc,
sense voler-hi tornar,
sense enyorança,
amb el feixug record
del passat intransigent
que aflora sobtadament
quan un motiu el fa present.
Ara, vull saber,
quan temps el carregaré,
quan temps romandré
amb aquest feix
que no em meresc
que  tan temps he soportat
que és seu,
que és d'ells dos,
que ara no vull més
Ara vull saber,
quan em permetré
allò que em meresc,
això  que tenc
que encara no em crec
aquesta llibertat
que per mi, és un present.



Disculpin les molèsties, la societat ens està assassinant.

Aquests dies estam de dól, Mallorca està de dól, les companyes de na Sacri, estan de dól, les filles de na Sacri, estàn de dól... Ell, Rafael Pantoja,  ha assassinat a na Sacri, a cara descoberta, davant tohom, davant les seves companyes. Ell ha deixat dues nines esperant a casa, a que ella sortís de la feina.
Imagin com els familiars de na Sacri  els hi han hagut  de dir que mai més no la tornaran a veure. I la víctima es comptabilitzarà com a una. Les filles seràn un altre estadística. La família afectada, les companyes, la clientela, no constaran a cap llista de persones afectades pel crim. Un assassinat d'aquestes característiques, afecta al voltant de l'assasssinada, al més immediat, i al no tan proper.

Qui se'n responsabilitza de tot aquest drama? Ara, imagin als pares de na Sacri, o familiars, havent de donar la notícia a les nines, per a partir del mateix divendres a les 16,30, haver de refer les seves vides, sense poder aturar-se un moment, i fer-se càrrec d'unes criatures a qui un home,  ha mort la seva mare..... 
I què passa amb l'entorn de l'agressor? de l'assassí? Què ens passa com a societat que criam , alimentam, a persones com en Rafael? 

No puc contenir les llàgrimes, és més , no les vull contenir, sent una ràbia immensa, que gairebé no sé cap on he de dirigir. Cap a ell? Cap a Rafael Pantoja,  l'assasí de na Sacri? No!, No me basta. Tothom hi tenim a veure.   

Ni na Sacri, ni l'entorn de'n Rafael varen saber identificar el potencial assassí que s'amagava dins d'ell. Pot ser na Sacri va intuïr el perill i va posar denúncies a la Policia, quan les rodes del seu cotxe aparegueren buides i quan va veure el seu telèfon a un cartell anunciant sexe.... Segurament, no va arribar a poder veure la seva capacitat de matar-la. Perquè ens pensam sempre que això pot passar a una altre, no a mi....

L'assasí, l'assetjava. El sistema, la societat, no hem pogut protegir-la. 
Dilluns em costarà molt començar la setmana, plena d'històries que em duran a pensar en na Sacri. 

dimarts, 13 de novembre del 2018

Ellas

Ellas, en aquel lugar del mundo, donde apenas llegaban extranjeros, donde no llegaba la luz ni el agua corriente,  donde la naturaleza se mostraba salvaje, las mujeres casadas y sus hijas mayores,  se levantaban a las cuatro de la mañana, una hora y media antes de que amaneciese. Los gallos recién se desperezaban para  cantar, mientras ellas encendían el fuego para calentar el comal , en  la cocina, el lugar alrededor del cual iban a pasar casi por completo, el resto del día. Aquel fuego pasaba prendido la mayoría del tiempo, envolviendo a la comunidad en un olor a leña y humos, aromas que salían de los comales para hervir la leche, hacer el café, cocer los frijoles y tostar las tortillas. Mientras tanto, los demás habitantes de la comunidad, se iban despertando. Se escuchaban las primeras noticias, en aquellos días de invierno, sobre la invasión a Kuwait,  en los sobrevivientes transistores a pilas, alternadas con algunas canciones para empezar el día, acordes de canciones antiguas, de son cubano, de cumbias o de los coetáneos merengues de Juan Luis Guerra.
La jornada empezaba a oscuras, el sol tardaría aún una hora en salir. En aquellos momentos de penumbra, los más pequeños de la casa acudían al establo a buscar la ración de leche para el desayuno de la familia. Hacían cola los más chigüines con el cazo en la mano, esperando a que don Catalino, don Lucio o Don Ramón ordeñasen las dos vacas de la cooperativa y les repartiesen equitativamente la leche que tocaba a cada familia según el número de miembros, pero, sobre todo, de escolares.
Ellas, las esposas, las madres, las hermanas, las hijas, las comadres, se encargaban de preparar todos los alimentos para la prole: después de los cafés con leche, o de la leche con pinol, se tostaban las tortillas sobrantes del día anterior, se untaban con crema o se comían con queso. Ellas, seguían, ahumándose,  delante del comal, mientras se aseguraban de que todos los cipotes se habían aseado, peinado y desayunado, para partir a la escuela rural, a una hora andando desde el núcleo de casas que formaban la comunidad.
Ellas, sin parar, sin detenerse,  recogían solas la cocina y se llevaban el maíz naxtamalizado que habían hervido durante horas el día anterior, en un balde, sobre la cabeza, hasta el molino, a media hora de casa. El encuentro con las otras mujeres del entorno, hacía más llevadera esta dura tarea, se iban encontrando y uniendo en el camino hasta el punto neurálgico del pueblo, en donde un molino mecánico  no dejaba de funcionar en toda la mañana. El molino era atendido por otra mujer, que las esperaba con una sonrisa cómplice, pues era el lugar y el momento de ellas, cuando se compartían pecados, quejas, pasiones, desamores, peleas, afectos, confidencias y sinsabores. Era, el lugar de ellas, como en otros lugares podría ser el horno de pan, el lavadero junto al río, el pozo lejano, el hammam, ...
Ellas, regresaban a casa con el maíz molido, charlando durante el camino, con las compañeras de regreso, sin detenerse, para volver a las cocinas, cada una a la suya y empezar la tarea diaria. Como si se sincronizasen , llenaban la comunidad de un ritmo inconfundible, era el palmeado de las tortillas: pampampampampam, tatatatatata...pampampam...y vuelta a empezar. Convertían la masa del maiz molido en finas tortillas de masa aplanada sobre las maderas de las cocinas. Primero, una bola de  masa del tamaño de un puño, después, con los dedos, las aplanaban sobre un disco de fino plástico del tamaño de un plato, y empezaba el tamboreo, haciendo rotar el disco hasta dejar la masa fina, a punto para tostarla hasta hincharse y dorarse sobre el comal. Todo ello, sin parar de atizar el fuego para ir cociendo los frijoles, el arroz y , si , aquél día había habido suerte, hervir un caldo con un trozo de pollo o de carne de res.
Ellas, a las once de la mañana, preparaban un plato de frijoles con arroz, con gallopinto si era sábado,  lo tapaban con las tortillas y un trapo limpio, y lo subían a la milpa, donde los maridos trabajaban bajo un sol implacable, el campo de maíz, de tomates o de hortalizas. Les llevaban la comida, todos los días, de lunes a sábado, el agua y el café para el almuerzo, recorriendo el camino que ellos habían recorrido en la madrugada para llegar antes de que el sol abrasara al campo de cultivo.
Ellas, regresaban después de que ellos almorzaran, a la humilde vivienda, para preparar el plato a la tropa de hijos e hijas escolares, para que, por la tarde, les ayudaran a ellas en las tareas pendientes: alimentar el ganado, limpiar los establos, cuidar los huertos, lavar la ropa en el río, ir a buscar agua al pozo con las mulas, preparar la cena. Los hombres, después de la milpa, se reunían en el patio de la hacienda, a la sombra, a descansar, mientras la vida en la comunidad no se detenía.
Llegaba la noche y con ella, la hora de las plàticas, donde el tiempo parecía detenerse: se compartían los momentos finales del día en el patio, o en la sala de la radio, para compartir noticias, recibir al vecindario y relajarse entre conversaciones profundas sobre la existencia, la vida en otros lugares, o el recuerdo de antiguos visitantes, ésos que traían novedades y rompían la monotonía de vez en cuando en aquel recóndito lugar del mundo.

dimarts, 6 de novembre del 2018

Larga espera.

Aquella noche en el aeropuerto de Barcelona esperando a que fueran las cuatro de la mañana para que abrieran las puertas de embarque,  auguraba lo peor. Los asientos metálicos  de la enorme sala de espera se asemejaban más a instrumentos diseñados para la tortura que para el descanso.  Las luces, con sus focos iluminando las grandes naves de la Terminal 4 no parecían querer apagarse. Las máquinas aspiradoras y barredoras, pasaban a cada momento alrededor de los bancos de asientos inquisidores, con un ruido ensordecedor que te aterrorizaba cada vez que tratabas de cerrar los ojos por el cansancio. Las pruebas de megafonía, con aviso sonoro previo, te sobresaltaban cada hora, para asegurarse de que nadie se iba a poder instalar de por vida en aquella terminal, por mucho espacio que hubiese para pasar desapercibido.
Y las horas, las interminables horas hasta la salida del avión,  empezaron a hacerse insoportables, augurando una mala llegada al país de destino y una peor incorporación aún , si cabe, al apretado programa del Encuentro de Escritoras que ya había empezado días atrás en Tetuán.
Bien, se trataba de llevarlo lo mejor posible. Se sabía de antemano que aquéllo no sería fácil, pese al móvil cargado con suficiente batería, los bocadillos, el agua y las galletas dulces para hacer más llevadera la espera.
Me senté en un lugar de media penumbra, cerca de las puertas de embarque, al lado de unos baños, y de unas máquinas expendoras de comida y bebida para que no me faltara de nada. También traté de rodearme de los mejores vecinos que pude, para dormitar de manera segura, y sin que el llanto de unos bebés que también trasnochaban aquella noche con sus mamás y papás, me impidiera conciliar la vigilia. Ya ven que no digo conciliar el sueño, porque era empresa difícil.
Después de intercambiar algunas palabras con los compañeros  de asiento, tratamos todos de cerrar los ojos entre luces, sonidos, avisos, máquinas aspiradoras, y cualquier elemento distorsionador de la noche.
Imposible. Cuando no era uno, era la otra, o las otras, o ellas, dos, dos mujeres, una, más joven, otra, algo más madura, ambas, marroquíes, que  hablaban sin parar, reían, se contaban cosas divertidísimas, y que sin duda,  eran las más inteligentes en aquel  inhóspito hangar. Visto que no había manera de dormir ,  sacó una de ellas un estuche lleno de productos de maquillaje, y , entre risas, empezaron la sesión de belleza y recomendaciones. Todo acompañado por unas carcajadas contagiosas y ruidosas que nos tuvieron pendientes de ellas a cuantas personas estábamos en el recinto.
Estando ellas en plena faena, yo no dejaba de mirarlas, era todo un espectáculo cómo iban transformando su aspecto con las sombras de ojos, el rimmel, el lápiz de cejas, el pintalabios, los polvos de maquillaje, con toda serie de artilugios innombrables por mi parte,  por desconocimiento. 
Al rato, se les acercó una mujer, también marroquí, que las saludó y les preguntó algo sobre el avión. Entablaron rápidamente conversación. Al minuto, ya la estaban maquillando. Esta última era una mujer de unos treinta años, con rasgos árabes bien marcados, ojos grandes almendrados, labios carnosos, cabello largo oscuro , con corte moderno, alisado, recogido en un lado, suelto sobre los hombros. Una mujer poderosa, diría yo, con grandes caderas, senos prominentes, con unas curvas que no podían esconder su voluptuosidad. Y con una risa explosiva. Me contagió. Me reí también con ellas, y al escucharme, enseguida me miraron, y, con complicidad, me llamaron: "Hajji, Hajji!!!!!" , "¡¡¡¡Vente, vente!!!" y bueno, aquí cambió la perspectiva de la noche. Me incorporé al grupo, cambiaron al español para integrarme en la conversación y nos reímos todo lo que quedaba de noche: de los chistes de ardiente contenido sexual, de las peripecias que les habían pasado en sus respectivas llegadas a España, y de la imaginación desbordante que dejaron volar , pensando en la noche de pasión que le esperaba a la tercera, Fadma , quien volaría conmigo hasta Tánger. De allí partiría con su coche hacia el sur,  para ir a encontrarse al día siguiente con su esposo en El Aaioun, en el Sahara, donde él vive mientras ella gana un sueldo de limpiadora en Girona. La historia para mí era alucinante, trece o catorce horas de coche rumbo al sur  para pasar unas tres o cuatro noches con él. Apasionante.
Pasamos de estas confidencias a la sesión de fotografía: no se debía desperdiciar la sesión de maquillaje. Todos aquellos productos habían hecho su efecto, estaban arrebatadoras con sus pestañas largas, sus labios rojo vivo, sus cejas resaltadas, los polvos y la sombra de ojos. Y como si de un estudio de fotografía se tratara, pasamos al modelaje. Yo no me había maquillado y me tocó hacer de fotógrafa. Ellas posaban ante mí como si fuera el único ojo que las contemplaba. Primero de una en una, después las tres, después en parejas, otra vez sesiones individuales al revisar el resultado en los archivos del móvil. Estuvimos así hasta que el porcentaje de batería de los tres móviles estaba casi en el diez por ciento. Después,  había que darse prisa en enviar las fotos desde los respectivos teléfonos camarógrafos para distribuir las fotos a familiares, amigos y parejas, antes de tomar el avión. Fue de esta manera en que las cuatro quedamos conectadas por nuestros mensajes de whatsapp.
Al abrirse las puertas de embarque, nos separamos.  Khadija, de Casablanca, residente en Girona, volaba a Santiago de Compostela para ver a su hijo y sus nietas. Sarah, de Casablanca también, venía de visitar a sus hermanas menores que ella, quienes residen desde hace ocho años en Tarragona y regresaba a París, donde vive desde hace cinco años con su novio, y Fadma, la única que volaba conmigo a Tánger, quien me hizo  compañía hasta el momento de tomar el taxi hasta la ciudad.
No había hecho más que empezar mi viaje hacia el XIII Encuentro Internacional de Escritoras en Tetuán, al que acudía con gran curiosidad por conocer escritoras de todo el mundo. Mi mente, ya empezó a funcionar en modo literatura.
Poco sabían aquellas tres estupendísimas compañeras de aeropuerto  que mientras me estaba riendo de sus bromas, de su humor, yo ya  estaba construyendo este relato.


dilluns, 5 de novembre del 2018

Las redes desde la "trastienda"

Una publicación, un "Me gusta" , una recomendación, una foto, todo ello puede ser interpretado de diferentes maneras en la trastienda de las redes sociales, que es realmente donde nos creamos la imagen de quien en ellas publican o publicamos.
La imaginación se dispara, y aparecen solicitudes de amistad, solicitudes de mensajes por privado, seguidores o seguidoras desconocidos, unas son contestadas, otras no, por simple inercia, aunque en ocasiones, en mi caso, la intuición tiene un peso importante.
Algunas con intenciones no compartidas por ambas partes, no siempre relacionadas con lo que imaginas, seguro al leerme piensas " ligar". No, las hay por mantener un contacto con un país que he visitado y me ha fascinado, o porque ésa persona comparte publicaciones que me interesan y quiero hacérselo saber.
Y hay una intención, un motivo, que he descubierto hace pocos meses al meterme en grupos de viajeros y viajeras de todo el mundo ,  que merecen un cuento o crónica, porque me está sucediendo desde hace unos meses y me resulta muy gracioso, cómico en ocasiones y sorprendente en cualquier caso. Es un mundo que desconocía, que me ha permitido ver una parte del mundo de las redes y que , aunque en momentos me ha resultado embarazoso, ahora me resulta familiar, cotidiano y hasta me atrevo a decir que me resultando enriquecedor en cuanto a entender las relaciones humanas.
Pues bien, empecé con un grupo de amantes de Marruecos (del país, no amantes en el sentido del amor romántico), más adelante con uno de viajes mochileros, para probar otras cosas,  y , es precisamente aquí donde  se inicia el relato, que si bien podría ser trágico, trataré de dejarlo en tragicómico, ya que el humor es el denominador común. Aun así,   algunas de las historias que intuyo detrás de las redes, seguro se acercan más al drama que a la comedia. Otras, son sencillas historias de vida, que no por sencillas carecen de interés, sino más bien, despiertan en mí curiosidad, por conocer realmente la vida en otros países más allá de lo que vemos cuando viajamos.
De repente, me aparece en el chat un " M. quiere saludarte". ¡Sorpresa!, no le conozco. Miro su perfil en la red: es del sur, parece que tenemos alguna amistad en común, consulto a la persona en común si le conoce y me dice que no sabe, que acepta la amistad porque le conviene para su negocio, para su página para su oficio....y bien, bajo ése criterio, acepto yo también.
Al aceptar, al poco rato, un mensaje en el chat:
M.: _Hola, ¿qué tal? ,
Yo: _Bien gracias , ¿y tú? (trato de contestar según las costumbres de cortesía del lugar de procedencia del solicitante de amistad, si las conozco...)
M: _¿De dónde eres?
Yo: _De Mallorca.
M: _Pero eres de España,¿ no?
Yo: _ De una isla, en el Mediterráneo (para que no confundan, como otras veces, con Canarias,)
M: _ Y ¿qué haces?
Aquí interpreto que quieren saber a lo que me dedico, no lo que estoy haciendo en el momento,  y contesto:
Yo: _Soy trabajadora social. (no va  a ser la única  pregunta sobre qué hago, cuál es el lugar de trabajo, etcétera, pero espero a ser interrogada al respecto por no adelantarme y medir la información que me interesa dar).
M: _Y cuándo vas a volver a viajar?
Yo: _ No sé, cuando pueda. (aquí veo que han explorado mi perfil y mis fotos, me gusta viajar por turismo o por encuentros internacionales en cuanto puedo y,  las fotos,  me delatan)
M: _ ¿Viajas con la familia o con un grupo? (las preguntas se van aproximando al objetivo que es desvelar mi estado civil o sentimental)
Yo: _ Depende, a veces sola, a veces con amigas, a veces con mis hijos, voy a visitar amistades que tengo en otros países.
M:_ Ah, tienes hijos. ¿Estás casada?. (¡Diana!)
Yo: _ No, estoy divorciada (Decidí decir la verdad, porque daba más juego a la conversación y me permitía adivinar mejor las intenciones del interlocutor y las estrategias para conseguirlas)
M:_ ¿Tienes whatsApp? Así podemos conocernos mejor. Me gusta conocer gente de muchos sitios,
Yo: _ ¿A qué te refieres conocernos mejor? (Como si no los supiera, trato de que el otro se defina y vaya al grano, porque tanta introducción, cansa.
M:_ Conocernos, hablar de cosas personales. Me gustas mucho, eres muy guapa.
Aquí ya no puedo contener contestar con ironía, porque ,viendo las fotos del interrogador, su edad está más cercana a la de mis hijos que a la mía, le contesto que en mi caso, estoy en el grupo viajes para hablar de la cultura y de los lugares que visito, pero en ningún caso para encontrar novio.
Y bien, algunos empiezan a contarme lo dura que es es la vida para los hombres jóvenes que no encuentran trabajo en su país, o , en caso de que lo encuentren, lo mal pagado que está y lo insuficiente que es su salario para salir adelante y mantener a los padres. Algunos me han pedido trabajo, o alguna manera de encontrarlo saliendo del país, porque, dicen, en su pueblo o ciudad no hay nada que hacer , tratando de convencerme por la vía de la conquista que lo que quieren es formar una familia, trabajar y cuidar de sus hijos.
Alguno, ante mi afirmación de que no estoy buscando pareja, deja de insistir. Algún otro, de vez en cuando marca un "Me gusta" en alguna publicación, o me manda un mensaje por el chat, imagino que en un momento de "voy a hacer un barrido entre las mujeres  a ver si hoy contesta alguna".
He de confesar que con algunos he mantenido contacto, porque a raíz de los lugares visitados, ha habido interés por temas comunes. Otros, los que ya no han vuelto a mediar palabra, deben andar pescando en otros mares, a ver si alguien cae en sus redes, a pesar de que ya sabemos todas y todos que nadie es tan estupendo o estupenda como muestra su perfil, ni tan responsable y eficaz como indica su currículum.

Dejarse llevar

Entrar en aquel lugar sólo reservado a las mujeres del pueblo era para mí como entrar en un espacio sagrado. Era, de algún modo, entrar en un universo  desconocido, donde no tenía más puntos de referencia que lo que mi amiga Halima me había contado, donde me debía mostrar desnuda ante sus ojos, ante los de  las  mujeres de este lugar fronterizo con el desierto, sin saber cómo sería el protocolo, con miedo a hacer algo indebido, con respeto hacia lo establecido y con una casi infantil curiosidad como extranjera, pero sobre todo, como mujer. En realidad, no era la desnudez del cuerpo la que me asustaba, sino la del alma, porque siempre he sentido que ellas ven el alma de los demás a través de sus miradas.
En Mallorca, antes de partir a Marruecos, mi querida amiga  me explicó  bien de los pasos a seguir: debía llevar ropa interior de recambio, una toalla para secarme,  una alfombrilla para el suelo que podía adquirir en cualquier tiendita del pueblo , jabón negro para untarme el cuerpo, y un guante para sacar todas las impurezas de la piel que también vendían en el mismo hammam. Podía, también, si quería, solicitar que una mujer me masajeara con el guante, pero mi amiga, sabia ella, me recomendó que me dejara llevar y mimar por alguna de las que compartieran el baño conmigo. A cambio, después yo  le devolvería el masaje a ella.
Entré sin pestañear, para no perderme detalle, para estar atenta a todos los movimientos que allí se producían, tratando de disimular mi inseguridad, imposible de esconder ante mujeres tan avezadas y tan acostumbradas a mirar lo que pasa a su alrededor, a sentirse y acompañarse en aquel espacio.
Dentro, en la primera sala, una mujer atendía a las que entrábamos. Ella iba  sin melfa  por el calor de la sala, vestía camiseta de tirantes y pantalones.  Mostraba con orgullo su escote exuberante, su piel aceituna, luminosa, de aspecto suave, su cabello rizado recogido en una trenza , que terminaba gruesa y negra,  a la altura de unas caderas prominentes,  continuidad de una cintura estrecha , lo que le daba un aspecto de mujer fuerte y joven.  Ella, casi sin mirarme, me pidió con la mano mis pertenencias. Observé  que las mujeres se quedaban con la parte inferior de la ropa interior, e hice lo mismo, trataba de ser lo más correcta posible, no quería que me tuvieran que llamar la atención. Le entregué mi bolsa con la ropa que me había quitado rápidamente ante ella, y a cambio, ella me dio dos cubos de plástico, con un recipiente más pequeño y me indicó, sin inmutarse ni preocuparse por mi inseguridad palpable, la entrada a la sala caliente.
De repente, me encontré sola ante varios grupos de mujeres que acudían con sus hijos e hijas a compartir aquéllos mágicos instantes:  los más pequeños,  pegados a sus madres, más allá, en un rincón , las adolescentes, que debían ser vecinas, hermanas, primas e incluso tías unas de las otras.
Comprendí enseguida que aquel momento  semanal era, para ellas , un paraíso para  los sentidos, donde   las emociones y  las confidencias femeninas fluían como el agua, un espacio en el que ellos, los hombres,  no entraban,  y en el que las mujeres, por el hecho de serlo,  mostraban una complicidad y una alegría inusual para mí.
Ahora yo  podía contemplar lo que ocultaban las melfas, estaba fascinada con lo que tenía ante mis ojos. Sin duda, la belleza que se esconde debajo de estos hermosos pedazos de tela de todos los colores y estampados no cumple con los patrones occidentales, se trata de algo difícil de explicar. Se acerca más a los cánones de belleza que muestran algunas figuras que representan a las diosas de la fertilidad. Las mujeres que allí había tenían rasgos de negra, con piel aceitunada, mestiza, tersa y brillante, ojos oscuros que te atraviesan ferozmente al primer contacto, unas sonrisas contagiosas enmarcadas en labios gruesos y colorados que contrastan seductoras con unos dientes grandes y luminosos, cabellos oscuros, salvajemente rizados, que se desatan nada más entrar en el hammam para lavarlos, peinarlos y untarlos de henna o de aceite, según la ocasión, la edad o la coquetería, que se desparraman sobre sus cuerpos voluptuosos junto con el agua que van echándose unas sobre otras, entre risas, entre suspiros por el calor del lugar.
El espectáculo superó mis expectativas de una manera  sobrecogedora. Me brotaban las lágrimas por haber entrado allí, por estar entre ellas, por haber tenido tan buena consejera, mi amiga Halima, que me animó a dejarme llevar y que traté de cumplir escrupulosamente.  Porque, de repente, sin saber cómo,  sentí que una mano me tocaba el hombro, y empezaba a masajearme enérgicamente,  con el guante, los brazos, la espalda, los glúteos, las piernas, la entrepierna, los pechos, los pies... sin que mediara palabra entre nosotras, sólo una sonrisa y una inmensa ternura, que sólo son capaces de dar las mujeres fuertes, las mujeres que saben cuidarse entre ellas, con esa fuerza femenina que no es exclusiva del sexo femenino , porque he visto la ternura también en los hombres. De hecho, me preguntaba si entre ellos, también se daban estas escenas,... será algo que sólo me podrá contar algún amigo que haya entrado en el hammam de los hombres, aunque quizás ellos  estén pendientes de otros detalles.
Lo que más se acercaba a lo que en aquellas salas vaporosas, calientes y perfumadas  estaba compartiendo era  un taller de sensualidad en el que había participado meses antes en mi ciudad, en Mallorca,  y , que, después de esta experiencia, me sabría a poco, me resultaría artificial y fuera de contexto. Aquel ambiente solo es posible en aquel lugar, donde el agua es un regalo, donde el espacio para embellecerse es una fiesta, donde el cuerpo es goce para los sentidos, donde todas somos cómplices por haber nacido mujer.


dilluns, 22 d’octubre del 2018

Soñar ....

Si una cosa en común tenían aquellas dos situaciones, era que estaban protagonizadas por el deseo, el deseo de los hombres, de algunos hombres, de conquistar a una mujer extranjera, por el mero hecho de serlo, por el deseo de satisfacer una curiosidad, o , también ,  para buscar una salida a la situación de incertidumbre, inseguridad y tedio de los lugares de origen.
Hace casi treinta años, yo lo atribuía a mi juventud. Treinta años después, lo entendí. La necesidad de algunos por mostrar un trofeo, una conquista exótica, extranjera, desconocida, interesante en un primer momento, tal vez desilusionante al final... o no... O la necesidad de ir en busca de El Dorado, utilizando los medios y oportunidades del momento.
Sucedería a ambos lados del Atlántico. La primera vez, a mis veinticuatro años, transcurrió en aquella ciudad casi caribeña por su carácter, aunque andina por su ubicación. La ciudad de Cali. En aquella ocasión, me sentí desconcertada, sorprendida por el descaro de algunos, que nada más entablar conversación en la parada del bus, o durante el trayecto, se ofrecían casi de manera idéntica, como si de repetir una fórmula se tratara, para, bajo la excusa de enseñarme la ciudad, para salir de noche a bailar y .... después, conocernos mejor. 
La diferencia años después en el lado oriental del Atlántico, en lugar de resultarme pesada, me ha llegado a parecer cómica, me despertaba la curiosidad, intriga por saber qué había detrás, dónde estaban los límites, los míos, y los de los distintos hombres que iban apareciendo como con cuentagotas, en los mensajes del chat.
De entrada, no  descartaba ninguna conversación, era consciente de que había un cierto riesgo, de meterme en caminos no familiares para mí, pero a la vez, esa falta de conocimiento, de hasta dónde se podía llegar, me resultaba atrayente.
El cortejo, pensaba, utiliza la misma fórmula, a través de los años ha cambiado poco, quizás las formas, si bien, los contenidos y los objetivos, resultaban ser idénticos. Se trataba, sencillamente, de  conseguir, por parte de ellos, un trofeo, un logro, del que vanagloriarse y con quien podían divertirse sin compromiso....o ...como después pudo ver, un puente para acceder a Europa.
Se podían comparar perfectamente las formas, y su evolución según el paso del tiempo, desde una tarjeta de presentación elaborada con logos simples en colores, en las primeras situaciones, hasta los perfiles trucados, edulcorados y poco realistas de la actual etapa, en la que cada uno trataba de vender lo mejor de sí mismo a pesar de que resulte inverosímil y hasta cómico.
En las tarjetas de presentación podías leer, desde "Director ejecutivo de ventas" (que vendía a ser un comercial) hasta Licenciado en Ingeniería civil con Maestría en obras de caminos, canales y puertos de la Universidad Javeriana de Bogotá, en la Empresa Nacional de obra civil del Departamento de Santander. Era tan enrevesado el título que alguno se había otorgado, que al final de la frase tenías que volver atrás para recordar su nombre de pila si es que realmente te interesaba. Porque, la verdad,  después de tanto adorno, una prefería volver  a la realidad y quedar a tomar unas cervezas en la taberna del barrio con los vecinos que había empezado a conocer subiendo o bajando las escaleras del edificio de apartamentos en el que vivía desde su reciente llegada  a la ciudad. La conversación fluía con más facilidad que después de presentaciones tan forzadas.
Después de tomar aire para saber cómo se llamaba el tipo en cuestión, al acabar de leer la tarjeta, venía la fórmula, que consistía en una serie de preguntas generales para después ir a lo concreto:
 Usted de dónde es?, Y cuánto tiempo lleva acá? y ya se amañó? y conoce la ciudad? y ya salió a rumbear? Ah, que no salió? ah, pues encantado, yo le enseño la ciudad y buenos sitios para bailar, y sí, cuando quiera, aquí tiene mi tarjeta y a la orden, salimos a pasear y luego cenamos y vamos a bailar....
Buena fórmula, sí,.... si no hubiese sido tan repetitiva y poco original.
Como poco original resultaba ser lo que sucedía ahora en las redes sociales, en los grupos de viajeros y viajeras mixtos. Seguramente, sabrán de qué les hablo.
Lo cómico de la situación es ya la manera previsible en que todo va a  ir sucediendo: un comentario en un grupo de la red,  de viajeros y viajeras, ya desencadena automáticamente una lluvia de solicitudes de amistad, de Mohamed, de Said, de Brahim, de Abdel. En este caso, se repetía la fórmula utilizada hace casi treinta años,  aunque cambian las formas, y el contenido, difiere sensiblemente:
Hola, qué tal? Como estás?
Hola, bien, gracias.
Me alegro.De dónde eres? o Dónde vives?
En Mallorca.
Conoces Marruecos?
Si, he estado en varias ocasiones.
Y has venido sola o con familia?
Con amigas.
Ah, y estás casada?
No (ya empezamos)
Y, tienes novio?
No , tampoco. ( aquí se podía contestar con un contundente :"No busco, no me interesa," o dejar al otro que se adentre en senderos varios para ir llegando al mismo destino, que viene después )
Y cuándo vas a volver?
No sé, cuando tenga dinero y tiempo
Ah, vale.Si quieres, yo te hago de guía cuando vienes.
Ah, muchas gracias, muy amable ( escamada...a ver qué viene ahora)
Si vienes en un grupo, para ti no te cobro nada, y así trabajamos juntos. Si vienes sola, para ti te hago gratis de guía.
Ah, jajajaj, vaya! y esto que és? la oferta de la empresa?
Sí, claro, a las chicas guapas, les hago de guía gratis.
Ah, mira. Pues es que yo ya no soy tan chica, soy una mujer ya de cincuenta, así que no sé si esta oferta me interesa. (Mirando el perfil del interrogador, se ve que es  joven , es muy joven...)

Y bien, por no detenerse en detalles que pueden delatar a los protagonistas reales, esta conversación podría acabar de dos maneras, o tres , o cien, en función de la persona, y del momento, o de los matices que va incorporando el interpelador, porque la casuística es variada y las coincidencias y temas de conversación  son infinitos. Se empieza a hablar de lugares comunes en los que hemos estado ambos en cada país, continuando por  tirar de la red de amistades, y llegar a las coincidencias, especialmente cuando ya se había visitado la localidad, las fechas son cercanas o , simplemente, han revisado las fotos y han podido saber dónde y con quien ha estado una.

De fondo, el deseo de conocer Europa, de conocer mujeres extranjeras, de ambas cosas a la vez, de viajar aunque sea con la imaginación o romper el tedio que supone vivir en un pueblo en el  que las oportunidades son limitadas y las posibilidades de emprender un negocio dependen más de una inversión extranjera que de cualquier colaboración local.

Alguien dijo en un artículo de prensa   que este es un tema tabú, puede ser. De ahí, la comparación con dos realidades, a ambos lados del Atlántico, con un transfondo común que no es otro que el de soñar despiertos.



dijous, 18 d’octubre del 2018

Eren tres

Elles, eren tres. Les unien els homes de la família, els homes que en aquell moment,  o pot ser fa molt temps no hi eren, o, pot ser, no hi havien sigut mai.

Jamal, el patriarca de la família, havia mort feia uns anys, deixant una dona vidua sense cap fill a vora seu, perquè tots quatre residien a Europa. Només quedaven allà dues de les seves nores, i els nets i netes, vuit en total, a la seva casa de les muntanyes, apartada, molt apartada dels camins que comuniquen Ein Zohra amb Saka o Driouch. Els quatre fills del patriarca havien partit a Europa, per obrir-se camí, per cercar millors horitzons per a les  seves famílies. Dos havien aconseguit reagrupar a les seves esposes i fills, un a França, l'altre a Holanda. Les altres esposes, esperaven el moment de partir amb ells, cap a llocs desconeguts per una, per retornar cap al progrés, l'altre.

Khadija, la  major de les tres que ara compartien el douar, havia quedat vídua feia uns anys. Jamal qui es casà amb quaranta anys, quan ella en tenia només  setze, morí als setanta anys d'una malaltia llarga i dolorosa, després d'anades i vingudes de l'hospital de la ciutat més propera , a tres hores en cotxe.

En Jamal sempre havia estat absent. Visitava a la família  els estius, durant les vacances, des d'Alemanya uns anys, Bèlgica i Holanda, altres. A Europa, gràcies a les xarxes de contactes amb familiars o paisans, aconseguia feines precàries i dures: a la construcció, al camp o a les fàbriques d'acer, que li permetien enviar les remeses de diners tan necessàries per na Khadija i per els seus pares. Tots l'esperaven cada estiu impacientment, al mateix douar on ara hi són les tres dones.

Nadia era l'esposa del fill menor, i mare de tres nins i una nina, entre els onze i els quatre anys. Havia nascut a Meknès, ciutat imperial , on havia viscut de nina, a una casa còmode a les arrabals de la medina, una casa amb dues plantes. A la planta d'abaix, a l'alçada del carrer, estava el menjador, la cuina, i al fons , el pati, ple de geranis amb olor a llimona, plantes de menta i un taronger. A la planta de dalt, les habitacions, una per els seus pares, una per les tres germanes, i una per el germà petit, que tenia el privilegi de gaudir de la millor estància de la casa. Nadia havia estudiat, tenia el certificat de l'escola secundària, havia après francés, li agradava molt llegir, i pujar al terrat de la casa quan les feines de la casa li permetien, per estar tranquila i gaudir de la lectura a soles. Quan va acabar els estudis, la van casar amb en Mohamed, el primer fill de Khadija i Jamal. Partí, amb tans sols 17 anys, cap a Ein Zohra, per viure amb el seus sogres, perquè en Mohamed ja vivia a Europa. La seva vida va canviar de cap a peus, i va passar d'una ciutat com Meknès a la muntanya pedregosa i seca de Ein Zohra. A la nova casa no hi havia serveis bàsics: no tenia aigua, no tenia llum , i les estàncies es compartien entre tots, durant tot el dia. Ella tenia una petita estància per dormir, al costat de la que ocupaven els seus sogres , aferrada a les que pertanyien als altres tres fills de la família, ara cunyats de na Nadia.

Karima era de Ben Tayeb, cosina també del seu marit, com na Nadia, però per part de pare, i s'havia criat a les muntanyes del Riff. No havia anat mai a escola, no havia pogut estudiar, era la gran de set germans i germanes, i tot i això, la seva presència enlluernava. Era una bellesa amazigh, era alta i grossa, amb una elegància particular, segura de si mateixa, parlava amb la mirada. Es posava el mocador vermell d'una manera especial que li donava un aire modern, tot i la seva vestimenta tradicional , amb xilaba i sandàlies de goma. Karima havia viscut amb els seus fills a Europa, i allà va aprofitar per aprendre a llegir i escriure, era la seva passió, llegia els llibres dels fills quan estaven a Espanya, però ara, a la seva terra, no podia llegir perquè ningú no li havia ensenyat a llegir i escriure la seva pròpia llengua, el tamazight, la única que ella parlava abans d'emigrar. Tampoc  havia après l'àrab, en família es parlava Tamazight, era a l'escola on s'aprenia  l`àrab.Tenia tres filles i dos fills, la major, a Europa, havia aconseguit agafar el ritme dels altres companys de classe, tot i les seves dificultats al principi, amb l'idioma del lloc d'acollida. Ara, als onze anys, no podria seguir estudiant, perquè l'institut més proper era a quatre hores de casa seva, a Guerzif, i no tenia cap possibilitat per desplaçar-se. La resta de fills de na Karima anaven a l'escola també, excepte la petita de tres anys, na Kautar,  que quedava durant el dia a la casa amb les dones, copiant i imitant tot el que veia fer a la mare i a la tia: preparar el té, donar menjar a les gallines, recollir la casa, anar a cercar aigua del pou , rentar la roba a la pedra, pastar el pà, enfornar-ho al forn enterrat al darrera del douar, dur a pasturar les cabres, preparar el dinar per quan venien els germans de l'escola, i cantar mentres la mare li cantava.

Na Nadia i na Karima assumien tota la responsabilitat del douar, na Khadija ja no feia cap tasca  a la casa, dormia la major part del temps, o passejava pels voltants del poblat, anava a visitar a les nebodes que vivien al douar veinat i així dia rera dia, sense cap ocupació concreta, excepte revisar que les tasques de la llar es fessin al seu gust i que les nores no sortissin del territori, de l'harem, de la fortalesa familiar.

Les seves vides eren així, tan monòtones i tan similars a les d'altres moltes dones, que, d'una manera o l'altre, s'havien acostumat a viure soles i a cuidar per si mateixes de la família, sense homes, sense que ningú miràs per elles.

Les seves mirades, profundes , tendres i dures, mostraven una fortalesa difícil d'oblidar. Uns ulls negres, nítids, obscurs i transparents a l'hora, eren la finestra al seu món interior, commovedor i ferme, difícil de soportar per a uns ulls que miren des d'un altre món, des de una concepció de la vida tan còmode com llunyana.

dilluns, 1 d’octubre del 2018

Sense acabar...

I  quin deu esser el ritual per crear o donar forma al món de les idees que ha creat dins la  imaginació...com poder transmetre en paraules, en música, en dibuixos, tot allò que lluita per sortir al món i esser mostrat...
I em ve la idea que una música triada a l'atzar pot esser el millor fil que pot estirar les paraules cap a fora, per expresar les emocions que tan difícilment es poden mostrar en la seva plenitut, que tant tarden en atravessar totes aquelles capes que cobreixen l'ànima i que no li permeten esser vista nua, indefensa i transparenta .
I tammateix, l'ànima sempre és  despullada, quan es troba amb uns ulls tan senzills que veuen l'essència sense por, quan s'atreveixen sense saber que és l'atreviment, quan se s'accepta....
(aquest post no el vaig acabar en el seu dia...no sé com acabaria...posa-li tu el final...)

diumenge, 30 de setembre del 2018

Coleccionando "free-tours"

Subía al autobús para ir al trabajo, cada día, misma hora, misma ruta, misma rutina. Esperar en la parada era ya una parte interesante del día: escuchar las conversaciones tenía su gracia.
En esta ciudad de interior, aunque  de clima caribeño, donde la temperatura no bajaba de los 25 grados, podía escucharse un día de lluvia, la expresión: "Hoy hace invierno" , tras una lluvia tropical que dejaba las calles inundadas, llenas de charcos y un bochorno en el ambiente que te empapaba la ropa.
Sin embargo, ésta no era la parte más interesante de la ruta, lo más inquietante era adivinar qué bus, buseta o ejecutivo llegaría antes a la parada, para recoger a las personas que allí hacían cola, religiosamente, sobre la acera, esperando en riguroso orden a que se abrieran las puertas del vehículo que las iba a llevar por La Quinta, desde el Estadio hacia el Parque de la Alcaldía.
Y bien, allí iba ella, todas las mañanas, con su bolso comprado en la Loma de la Cruz, en el mercado artesanal, con su agenda de trabajo y su cámara de fotos, bien escondida, para que no se notara que no era de allí, y que, además de trabajar, aprovechaba los trayectos a los diferentes barrios para fotografiar escenas y lugares de la ciudad.
Pero, sobre todo, lo que trataba era de pasar por una caleña, ya que su aspecto se lo permitía: cabello oscuro y rizado, tez morena, y ropa comprada en la ciudad, para pasar lo más desapercibida posible.
El problema venía cuando, al entrar en el bus, algún hombre le cedía "caballerosamente" el paso , a lo que ella respondía con un "gracias" , con "ce" bien española.... Ahí se desvanecía todo intento de camuflaje, pues su acento la delataba. Incluso, contestando sólo un "Sí", por la entonación, ya se distinguía una procedencia no colombiana.
Al principio, se lo tomaba a broma, después de unas semanas, el tema empezaba a cansarla...era el constante "goteo" de tours que fue acumulando para conocer la ciudad.
Después de contestar a quien le cedía el paso, educadamente con la palabra "gracias", inmediatamente venía el mismo cuento:
_Ah, pero entonces usted no es de acá.
_No, soy de Mallorca. Pero estoy aquí trabajando.
_ Ahhhh, y hace cuánto tiempo que está aquí viviendo? Se la ve bien amañada.
_ Unas semanas. Sí, me voy adaptando.
_ Y.... ya conoce bien la ciudad?
_ Más o menos, voy conociendo porque con mi trabajo tengo que moverme por todos los barrios y comunas.
_Ah...Y dónde trabaja si no es mucho atrevimiento?
La cara de ella debía ser un poema, porque alguno se daba cuenta de que preguntaba demasiado, además, en voz alta, mientras la escuchaba el resto del pasaje, intrigado por saber qué hacía una española entre ellos, en aquélla época en la que no había apenas extranjeros en Colombia, azotada por la guerra de carteles y la mala prensa internacional.
En ocasiones, la conversación no iba a más, porque llegaba el bus a la parada antes de que finalizara el interrogatorio, pero en varias ocasiones, más de diez, la conversación proseguía hasta la parada del Parque de la Alcaldía:
_Y de qué trabaja?
_Soy trabajadora social, en proyectos de juventud.... (así escurría el bulto y no tenía que dar explicaciones sobre la Cooperación Española, en un año cercano al Quinto Centenario, tan polémico y provocador, en un país en el que no querían recordar fechas tan trágicas para América Latina)
_Ah, bien. Qué interesante. ...Y... ya salió a "rumbiar"? Mire que no se puede marchar usted de aquí sin aprender a rumbiar...Conoce ya Juanchito? ...Vea...qué chévere se siente ahí la salsa, ....es obligado que vaya a conocerlo.. Mire, si quiere, yo le puedo llevar, con gusto. Aquí la salsa es obligada, ...le voy a dejar mi tarjeta , con mi número de teléfono y llámeme para que le enseñe la ciudad y la lleve a "rumbiar", oyó?, a la orden, cuando guste...
Ella, casi ya podía anticipar la conversación cada vez que escuchaba la frase: "Ah, pero usted es española". El resto, venía solo. Las preguntas secuenciadas en el mismo orden.
_ Ya conoce la ciudad?
_Está usted aquí sola?
_Ya salió a rumbiar?
_Conoce Juanchito?
.... y después, venía la "venta" del tour a manos del propio guía, que también se vendía a si mismo como el mejor guía conocedor de la ciudad y mejor aún profesor de salsa....
Fue acumulando tarjetas, eran como una curiosidad, un objeto para coleccionar, de todos los diseños y colores, con cargos como jefe de ventas, jefe de planificación, director ejecutivo, cargos que nunca supo si eran reales o ficticios, pues no consumó ninguna de las citas, no era época para probar los "free-tours", tal vez con menos prejuicios y más atrevimiento se hubiese aventurado....
Lo que podría haber pasado, se quedó en fantasía.

dissabte, 15 de setembre del 2018

Mirada.

Una pel·lícula, un viatge, una persona ens ha deixat empenta si sense voler-ho ens ve al cap en moments inesperats.
I tu, amb qui només vaig poder compartir unes hores a casa teva, en aquets quatre anys que han passat des de que ens diguèrem adeu, em vens sovint al cap. Quan te pens, sent enyorança de la teva mirada, de la teva presència, del teus ulls atravessant els meus, de les teves mans agafant les meves,  sense que jo pogués entendre les paraules però si el missatge.
Anys després, he tornat a viatjar al pais, on he conegut altres coses, paisatges, ambients, ciutats improssibles, rutes màgiques, nits sota els estels, i , així i tot, m'ha faltat alguna cosa, m'ha faltat la teva  mirada de Dona,   atravessant-me l'ànima, llegint-me el pensament. L'he cercada en les dones que s'han atravessat en el camí. Però, no m'han mirat, no ho he aconseguit,  som una turista més, una figura superficial en tot el circus en que es converteix la vida de ll'estrangera que acudeix en la cerca d'experiències úniques, experiències per contar, imatges per mostrar...
D'aquell instant no tenc cap imatge , només que aquella que va quedar impresa en la meva memòria, que, si no m'engana, ets una dona d'ulls obscurs, de mirada penetrant, amb el cutis curtit per el sol, amb unes marques d'expresió que me transmetien serenitat i fortalesa, amb una força en la mirada que em va fer sentir explorada per dintre, i que va provocar que els ulls m'espironejassin sense poder deixar de mirar-te.... Les teves mans, fortes, femenines, amables, tendres,  estrenyien fort les meves, mentres amb el teus dits polzes acariciaves suaument les meves, sense amollar-me , m'estiraves cap a tu, i em deies, amb la mirada fixe en la meva : "no passis pena per nosaltres, estam bé, ...ves tranquila. "
Jo partia en cotxe cap a altres indrets del pais, allò havia sigut una visita, que, sense voler-ho , seria el moment més emotiu, el més recurrent en el relat del viatge. Un moment que m'havia fet veure la meva feblesa, la feblesa d'una dona que ho té tot, excepte la fortalesa de la que no té res i es té a si mateixa...
Te cerc en les mirades de les dones, és a tu a la que cerc, paga la pena tornar a fer el camí per carregar-me de la teva mirada, si tu em mires.... Un altre dia explicaré la teva història.

diumenge, 1 de juliol del 2018

Olor a estiu:

La frescor del matí, al pati de la casa, me convida a tocar la terra, gaudir dels colors de l'estiu, dorats, vius, il·luminats d'una llum intensa que a poc a poc va invadint tots els racons del jardí...
I, poc a poc, es desperta el poble, la campana acaba de tocar les 9 del matí, quan es comencen a sentir les primeres veus dels infants alrededor, ociosos, alegres, amb la felicitat de les vacances d'estiu, quan tot està per fer, tot està per començar i queden setmanes sense plans per endavant.
Poc a poc, la vida s'intensifica alrededor, els infants boten dins de la piscina, amb la seva alegria cridanera, mentre els animalets de la casa cerquen l'ombra per atravessar les hores del migdia, quan de sobte, tot es torna a aturar, el sol implacable encalenteix l'ambient i els cossos sufocats cerquen la frescor de la casa. 
I , horabaixa, torna la vida al poble, tornen els crids i renou dels més petits a les piscines, i surt a la "jovenella" que cerca als seus iguals per preparar-se per sortir amb la frescor de la nit a les festes dels voltants fins a la matinada. 
L'estiu és un conjunt de sensacions que inevitablement me duen a aquells anys en que quan acabava l'escola, una sensació de llibertat invadia qualsevol activitat, quan la lectura es convertia en la millor companya de migdia, quan la piscina i la platja significaven gaudir del cos per obtenir el plaer de l'aigua rodejant-me , quan acudir a les verbenes era un ritual per anar descobrint el món alrededor ....
L'olor de l'estiu és indefinit, és olor a cereals i palla, a terra seca, a fonoll, a mar, a sal, ...

diumenge, 3 de juny del 2018

Permiso

Quizás nunca más volverían a verse, "la vida" ...diría él, "aaah...la vida!"...la misma que les había juntado, era la que les separaba, o quizás no.
Quizás era el no darse permiso de ella lo que la frenaba, como le había frenado años atrás, cuando en el camino se le puso delante uno de sus sueños, viajar por el mundo, y lo dejó escapar, aquel día, en el portal de su casa, la primera noche del nuevo año, mientras su futuro la estaba esperando en el piso de arriba, para quedarse junto a ella veintidós años....
Y ahora, sin quererlo, su amiga, la misma que le hizo ver que no se daba permiso para dar el paso años atrás, le hizo pensar que la vida se repetía, que el momento era el mismo, y que residía en ella el permiso, que no tenía que pedírselo a nadie, que era libre ante la vida, aunque el miedo la atrapara...
Y recordó que el miedo puede esconder un deseo...


Un día cualquiera....

Entras en mi despacho, rota, hecha trozos, te miro a los ojos, no hacen falta palabras, te leo, puedo ver en ti la desesperación de no saber para dónde tirar, tu desorientación, tu miedo a quedarte sola, a la vez que tu miedo a mirar atrás y volver al lugar del que ya has decidido salir.
Pasas a sentarte, lo primero, un vaso de agua, lo segundo, respiramos, nos miramos y te pregunto, por dónde quieres empezar, qué te ha traído hasta aquí, qué me quieres decir, qué necesitas...
Y empiezas a soltar palabras, frases, inconexas todas ellas, llenas de miedo, de desesperación, de desorientación, por no saber si lo que has vivido y me cuentas es producto de tu imaginación o si es terriblemente cierto. 
Y respiramos, entre sorbos de agua, llantos y bloqueos, para empezar a construir un relato con sentido que nos permita entender qué ha pasado...o que permita poner cierto orden a los recuerdos, las sensaciones y las emociones...
Y seguimos, no es una entrevista al uso, no hay una mesa enmedio, no hay ordenador, no hay papeles, sólo palabras, y, si te hace falta, una caja de pañuelos, una mano que estrechar , un hombro sobre el que llorar...
Afortunadamente, no sabes cómo,  sales a respirar, y te das cuenta de que hay aire, que has llegado a la superficie aunque vuelvas a hundirte por falta de fuerzas, pero que una vez sabes que fuera hay aire, puedes volver para tomar una bocanada , para poder hacer frente a lo que queda en el fondo...
Y poco a poco, vamos trazando entre las dos un plan, indefinido en el tiempo , pero con un sentido: recomponer las piezas rotas con las que has llegado, primero unas, luego otras, con dificultad, y a la vez, con la seguridad de que eres capaz de volver a estar entera, porque la parte más difícil ya la has pasado, la de llegar hasta un lugar desconocido para ti en el que te encontrarás también a alguien desconocido a quien le habrás contado tus desesperaciones y miedos. Entonces, habrás saltado la valla más alta, la que te separa de tu yo ciego, incapacitado, para dejar atrás esa víctima que tanto te atrapaba , tomar las riendas de tu vida con la satisfacción de que has sido capaz, de que ya sólo depende de tu decisión. 
El camino, te aviso, será duro, muy duro, recomponerse supone mucho esfuerzo, y también, mucha satisfacción, orgullo, admiración por una misma, tenlo presente, es la mejor recompensa.

dissabte, 28 d’abril del 2018

A mí, també...

Tornam a estar sols, 
Me crides pel meu nom,
Me demanes amb aquella veu,
Amb  aquell tò que jo ja conec, 
Que això és entre tu i jo, 
Vols esser amable, 
Desconfii de tu, 
Me fas por,  
Sent les  cames clavades enterra, 
El meu cor s'accelera, 
Deix de sentir el meu cos, 
Desig que allò passi aviat, 
No em puc moure, 
El cor me batega, 
Tenc els peus aferrats enterra, 
No em puc moure, 
No sent el meu cos, 
El cor em batega al coll, 
Un nuu tanca la gargamella, 
No me puc empassar la saliva,
El cor em batega a la boca, 
M'aufeg, 
Faig el que em demanes, 
Vull sortir, 
Allà està fosc,
Tenc por, 
Sent la por dins del  meu cos,
Sent la por al coll
Sent la por al ventre
Sent la por a les cames
Sent la por a la gola
No puc sentir el meu cos
Vull que acabi
Vull les mans d'ella que em treguin d'allà
Vull cridar, no puc
La por a la gola, 
No puc cridar....
Tú, et tornes a vestir
Jo, em sent bruta
La por s'instala al meu cos,
Ara li dic CULPA.

Mujeres.



A menudo me vienen imágenes de la intimidad compartida con vosotras, mujeres, transmisoras de vida,  amigas, adultas, portadoras de  feminidad y fuerza , presencia, acogimiento, y ternura.
No pude fotografiar aquellas escenas, que sólo os corresponden a vosotras, madres, hijas, hermanas, que entorno a una mesa, sentadas en el suelo,  compartíais risas, canciones, palabras secretas, reproches, rimas, miradas y códigos sólo descifrables por vosotras.
La ausencia de hombres en la sala transmitía ésa complicidad que ni palabras necesita, que se acompaña de miradas, gestos y risas, y ahora, recién llego de otro de éstos encuentros, retomo el texto, con la energía que me transmitís, mirándoos, cada una con su propia historia, en la otra orilla, aquí al lado.
Somos del mismo lugar, la Vida.

Instants....

Recollida a casa, sola, amb la música i repassant les imatges de les coses que he viscut , sense dubte em qued amb els moments en els que vos he tingut als dos devora, en els que he pogut sentir que vos disfrut com a fills i com a persones,  que formau part de la meva vida, amb les ganes de viure i de sobreviure que m'aportau.
Si d'una cosa estic segura és que cada moment és únic, que passa com l'aigua del riu i que mai torna a esser igual, i que per això, els anys m'han ensenyat a assaborir els instants com si no hi haguèssim d'esser-hi demà.
Quan tanc els ulls, 
Tanc  els ulls mirant cap al 2017, i tenc davant aquells dos dies amb voltros en el vaixell, tan junts, navegant en una mar blava, camí de Cabrera, conscient que són moments que no puc agafar amb les mans, i que sí puc guardar al meus records...

Abraçar la tendresa

Una abraçada acompassada, una etapa tancada amb amor, mirant enrera amb tendresa, comprenent que fou així com fou perquè no podia ser d'una altre manera i que hem après a viure, plegats , tot i que per camins diferents.
Hem pogut aprendre a abraçar-nos amb tendresa...i que la tendresa ens abraci...


divendres, 27 d’abril del 2018

Sólo si te digo que sí

Sólo si te digo que sí, es sí,
Sólo cuando te digo que sí, puedes traspasar mi intimidad
Sólo cuando me dices que sí, puedo traspasar tu zona de proximidad
Sólo cuando te digo que sí, me puedes tocar
Sólo cuando nos decimos  que sí, nos podemos acariciar
Sólo si queremos tú y yo, es sí,
Sólo si tu y yo nos entendemos bien, es sí
Sólo si me siento bien contigo, va a seguir siendo sí,
Sólo si cuando hemos empezado y tú y yo, nos sentimos a gusto, es sí,
Sólo  cuando tu y yo lo pasamos bien,  es sí
Sólo  cuando tú y yo estamos conscientes, es sí
Sólo  cuando tú y yo somos conscientes de lo que pasa, y disfrutamos, es sí
Sólo cuando hay igualdad entre tú y yo puede ser un  sí
Sólo cuando hay repeto entre tú y yo, el "Sí" tiene valor.

Si hay inseguridad, no sigas, el sí puede pasar a ser un No por mil razones:
Porque no me gusta
Porque me he puesto nerviosa
Porque te ha entrado prisa
Porque no te gusta
Porque eres más poderoso o poderosa que yo
Porque me duele
Porque me siento culpable
Porque invades demasiado mi espacio
Porque no te gusta que sigamos adelante
Porque hemos bebido demasiado
Porque nos sentimos mal
Porque el miedo de seguir nos paraliza
Porque seguir, me deja muda, inmóvil
Porque no queremos violar la intimidad de la otra persona
Porque no queremos tener que declarar en un juicio que lo que hacíamos traspasó unos límites que nos hacen daño
Porque no quiero tener que escuchar en la radio que me violaste, que me la metiste por todo y no pude decir que no
Porque es mi cuerpo, y sobre él, sólo mando yo,
Porque  sobre el tuyo, sólo mandas tú
Porque si lo haces sin un sí, abusas de mí
Porque si abusas de mí, me agredes
Porque si me agredes, me violas
Porque si me violas, dejas de ser persona
Porque si me violas, me anulas
Porque si tú me agredes, es a ti a quien hay que juzgar
Porque .... no quiero que todo el mundo sepa que me agrediste
Porque ...no quiero que se cuente cómo me agrediste
Porque si la agresión ya fue terrible,
airearla a los cuatro vientos, me mata.


dijous, 29 de març del 2018

La vida...

Una entrada "sense títol", música de fons, evocant el ritme lent i acompassat, de les guitarres, suaus, repetitives, màgiques, envoltant encisadorament el paisatge vermellós, roig, groc, negre, àrid, cap a les hamades, cap al silenci, la intensitat de les sensacions i de la vida, cap a la profunditat de la mirada de les persones que allà te trobes, i que et miren com si t'esperassin, a un lloc on no s'espera, on només s'accepta, on esperar és deixar passar, sense esperar, on el temps no corr, passa al seu ritme, al ritme que m'evoquen aquets sons...i torna a començar ....


diumenge, 18 de març del 2018

Qui sap si un dia....

De cop i volta, una foto, que pot ser sense propòsit, m'ha arribat al fons de l'ànima, pot ser no tenia importància, pot ser si per tu també la tenia.
I és per a mi, la connexió amb aquella dona que no m'he pogut treure del cap, la mare d'aquest infantó que sostens entre els teus braços. El miracle de la vida, a un lloc inhòspit i per a mi, encisador, on la soletat és la reina, on cadascú és té a si mateix, on aquest nadó és l'exemple.
I em fa connectar amb els dos moements que m'uneixen a aquella dona senzilla, que caminava per l curs sec del riu, al desert, amb el filló empolicadet a la seva esquena, i l'atre de la maneta, al pas lent i amorós que ella marcava, sota un sol inclement, del mes d'agost, on sembla que la vida no passa, i a l'hora, sembla que tot és vida.
Ara, mirant la foto del seu bebé, m'asseuria devora d'ella, per compartir la seva presència, percebre la seva fortalesa, i deixar-me dur dins dels seus ulls profunds, aquells que guaitaven per mirar-nos passar, sota la melfa verda amb flors vermelles...
I contagiar-me de la naturalesa forta i flexible de les mares del desert...
Qui sap si un dia....
http://zagoradeserttravel.com/