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dilluns, 22 d’octubre del 2018

Soñar ....

Si una cosa en común tenían aquellas dos situaciones, era que estaban protagonizadas por el deseo, el deseo de los hombres, de algunos hombres, de conquistar a una mujer extranjera, por el mero hecho de serlo, por el deseo de satisfacer una curiosidad, o , también ,  para buscar una salida a la situación de incertidumbre, inseguridad y tedio de los lugares de origen.
Hace casi treinta años, yo lo atribuía a mi juventud. Treinta años después, lo entendí. La necesidad de algunos por mostrar un trofeo, una conquista exótica, extranjera, desconocida, interesante en un primer momento, tal vez desilusionante al final... o no... O la necesidad de ir en busca de El Dorado, utilizando los medios y oportunidades del momento.
Sucedería a ambos lados del Atlántico. La primera vez, a mis veinticuatro años, transcurrió en aquella ciudad casi caribeña por su carácter, aunque andina por su ubicación. La ciudad de Cali. En aquella ocasión, me sentí desconcertada, sorprendida por el descaro de algunos, que nada más entablar conversación en la parada del bus, o durante el trayecto, se ofrecían casi de manera idéntica, como si de repetir una fórmula se tratara, para, bajo la excusa de enseñarme la ciudad, para salir de noche a bailar y .... después, conocernos mejor. 
La diferencia años después en el lado oriental del Atlántico, en lugar de resultarme pesada, me ha llegado a parecer cómica, me despertaba la curiosidad, intriga por saber qué había detrás, dónde estaban los límites, los míos, y los de los distintos hombres que iban apareciendo como con cuentagotas, en los mensajes del chat.
De entrada, no  descartaba ninguna conversación, era consciente de que había un cierto riesgo, de meterme en caminos no familiares para mí, pero a la vez, esa falta de conocimiento, de hasta dónde se podía llegar, me resultaba atrayente.
El cortejo, pensaba, utiliza la misma fórmula, a través de los años ha cambiado poco, quizás las formas, si bien, los contenidos y los objetivos, resultaban ser idénticos. Se trataba, sencillamente, de  conseguir, por parte de ellos, un trofeo, un logro, del que vanagloriarse y con quien podían divertirse sin compromiso....o ...como después pudo ver, un puente para acceder a Europa.
Se podían comparar perfectamente las formas, y su evolución según el paso del tiempo, desde una tarjeta de presentación elaborada con logos simples en colores, en las primeras situaciones, hasta los perfiles trucados, edulcorados y poco realistas de la actual etapa, en la que cada uno trataba de vender lo mejor de sí mismo a pesar de que resulte inverosímil y hasta cómico.
En las tarjetas de presentación podías leer, desde "Director ejecutivo de ventas" (que vendía a ser un comercial) hasta Licenciado en Ingeniería civil con Maestría en obras de caminos, canales y puertos de la Universidad Javeriana de Bogotá, en la Empresa Nacional de obra civil del Departamento de Santander. Era tan enrevesado el título que alguno se había otorgado, que al final de la frase tenías que volver atrás para recordar su nombre de pila si es que realmente te interesaba. Porque, la verdad,  después de tanto adorno, una prefería volver  a la realidad y quedar a tomar unas cervezas en la taberna del barrio con los vecinos que había empezado a conocer subiendo o bajando las escaleras del edificio de apartamentos en el que vivía desde su reciente llegada  a la ciudad. La conversación fluía con más facilidad que después de presentaciones tan forzadas.
Después de tomar aire para saber cómo se llamaba el tipo en cuestión, al acabar de leer la tarjeta, venía la fórmula, que consistía en una serie de preguntas generales para después ir a lo concreto:
 Usted de dónde es?, Y cuánto tiempo lleva acá? y ya se amañó? y conoce la ciudad? y ya salió a rumbear? Ah, que no salió? ah, pues encantado, yo le enseño la ciudad y buenos sitios para bailar, y sí, cuando quiera, aquí tiene mi tarjeta y a la orden, salimos a pasear y luego cenamos y vamos a bailar....
Buena fórmula, sí,.... si no hubiese sido tan repetitiva y poco original.
Como poco original resultaba ser lo que sucedía ahora en las redes sociales, en los grupos de viajeros y viajeras mixtos. Seguramente, sabrán de qué les hablo.
Lo cómico de la situación es ya la manera previsible en que todo va a  ir sucediendo: un comentario en un grupo de la red,  de viajeros y viajeras, ya desencadena automáticamente una lluvia de solicitudes de amistad, de Mohamed, de Said, de Brahim, de Abdel. En este caso, se repetía la fórmula utilizada hace casi treinta años,  aunque cambian las formas, y el contenido, difiere sensiblemente:
Hola, qué tal? Como estás?
Hola, bien, gracias.
Me alegro.De dónde eres? o Dónde vives?
En Mallorca.
Conoces Marruecos?
Si, he estado en varias ocasiones.
Y has venido sola o con familia?
Con amigas.
Ah, y estás casada?
No (ya empezamos)
Y, tienes novio?
No , tampoco. ( aquí se podía contestar con un contundente :"No busco, no me interesa," o dejar al otro que se adentre en senderos varios para ir llegando al mismo destino, que viene después )
Y cuándo vas a volver?
No sé, cuando tenga dinero y tiempo
Ah, vale.Si quieres, yo te hago de guía cuando vienes.
Ah, muchas gracias, muy amable ( escamada...a ver qué viene ahora)
Si vienes en un grupo, para ti no te cobro nada, y así trabajamos juntos. Si vienes sola, para ti te hago gratis de guía.
Ah, jajajaj, vaya! y esto que és? la oferta de la empresa?
Sí, claro, a las chicas guapas, les hago de guía gratis.
Ah, mira. Pues es que yo ya no soy tan chica, soy una mujer ya de cincuenta, así que no sé si esta oferta me interesa. (Mirando el perfil del interrogador, se ve que es  joven , es muy joven...)

Y bien, por no detenerse en detalles que pueden delatar a los protagonistas reales, esta conversación podría acabar de dos maneras, o tres , o cien, en función de la persona, y del momento, o de los matices que va incorporando el interpelador, porque la casuística es variada y las coincidencias y temas de conversación  son infinitos. Se empieza a hablar de lugares comunes en los que hemos estado ambos en cada país, continuando por  tirar de la red de amistades, y llegar a las coincidencias, especialmente cuando ya se había visitado la localidad, las fechas son cercanas o , simplemente, han revisado las fotos y han podido saber dónde y con quien ha estado una.

De fondo, el deseo de conocer Europa, de conocer mujeres extranjeras, de ambas cosas a la vez, de viajar aunque sea con la imaginación o romper el tedio que supone vivir en un pueblo en el  que las oportunidades son limitadas y las posibilidades de emprender un negocio dependen más de una inversión extranjera que de cualquier colaboración local.

Alguien dijo en un artículo de prensa   que este es un tema tabú, puede ser. De ahí, la comparación con dos realidades, a ambos lados del Atlántico, con un transfondo común que no es otro que el de soñar despiertos.



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